viernes, 23 de octubre de 2009

¿LEIDO POR MUCHOS?

Suele creerse que cuando se publica un artículo o se escribe un blog la cantidad de lectores es lo más importante.
Si esto fuera cierto, lo único que hay que hacer es escribir lo que todos desean, lo que busca la mayoría para que sea muy consumido.
Si hay un segmento muy grande de lectores que buscan amor y sexo, sería muy sencillo construir un escrito que sea leído por miles de miles. Las fórmulas para hacer eso son bien sencillas y al alcance de cualquiera.

Una de las novelas más vendidas de la historia –El Nombre de la Rosa, de Umberto Eco- vendió diez millones de ejemplares en corto lapso y hasta donde yo me acuerdo y el gran éxito de crítica y la popularidad adquirida por la novela llevó a la realización de una
versión cinematográfica homónima, dirigida por el francés Jean-Jacques Annaud en 1986, con Sean Connery como el franciscano Guillermo de Baskerville y un adolescente Christian Slater encarnando al benedictino Adso.
Pero Eco escribió una novela críptica cuyas primeras cien páginas eran académicas y aburridas y aunque sus amigos y críticos insistieron para que las quitara de la novela Eco insistió porque “quería construir su lector”. Y es interesante que no deseara ser leído por cualquiera, sino sólo por aquellos que pudieran o quisieran leer sus primeras cien indeseables páginas.
Pero leamos al mismo Eco, cuando explica en “Apostillas a El Nombre de la Rosa”, pequeño libro que publicó como complemento y explicación de su novela, qué lector desea.

… “¿Qué lector modelo quería yo mientras escribía? Un cómplice, sin duda, que entrase en mi juego. Lo que yo quería era volverme totalmente medieval y vivir en el Medioevo como si fuese mi época (y viceversa). Pero al mismo tiempo quería, con todas mis fuerzas, que se perfilase una figura de lector que, superada la iniciación, se convirtiera en mi presa, o sea en la presa del texto, y pensase que sólo podía querer lo que el texto le ofrecía. Un texto quiere ser una experiencia de transformación para su lector. Crees que quieres sexo, e intrigas criminales en las que acaba descubriéndose al culpable, y mucha acción, pero al mismo tiempo te daría vergüenza aceptar una venerable pacotilla que los artesanos del convento fabricasen con las manos de la muerta. Pues bien, te daré latín, y pocas mujeres, y montones de teología, y litros de sangre, como en el grand guignol, para que digas: «¡Es falso, no juego más!» Y en ese momento tendrás que ser mío y estremecerte ante la infinita omnipotencia de Dios que vuelve ilusorio al orden del mundo. Y después, si te animas, tendrás que comprender cómo te atraje a la trampa, porque al fin y al cabo te lo fui diciendo paso a paso, te avisé claramente que te estaba llevando a la perdición, pero lo bonito de los pactos con el diablo es que se firman sabiendo bien con quién se trata. Si no, ¿por qué el premio sería el infierno? Y, como quería que resultase placentera la única cosa que nos sacude con violencia, o sea el estremecimiento metafísico, sólo podía escoger el más metafísico y filosófico … la novela policial.”…

Parece que lo logró aunque le llevó años escribirla.
http://es.wikipedia.org/wiki/El_nombre_de_la_rosa

sábado, 10 de octubre de 2009

EL DESEO

EL DESEO
“Si no puedes esperar, nunca surgirá lo inesperado”
“Si no conoces el silencio, ¿cómo distinguirás los sonidos?
“Es necesario siempre amar al primer amor, pero con la condición de no verla nunca más”

Para que exista el deseo de algo tiene que haber una ausencia del objeto, de lo que anhelamos, de algo que al conseguir nos brinde un “sentimiento oceánico”, el Todo. El deseo nos moviliza por algo que “nos falta”.
Pero el truco del deseo es que nunca se satisface porque una vez satisfecho muere, deja de ser deseo. Da lugar al placer, puro y simple y a otros deseos distintos. Una solución bastante bella, aunque menos que la de nuestros sueños.

Y cuantos más voy para allá
Más lejos queda,
Cuanto más de prisa voy
Más lejos se va.

Horizonte, Joan Manuel Serrat

No estamos diseñados para la felicidad, que solo consiste en momentos dichosos.
Insatisfacción desde la cuna y de los estilos de vida que se imponen desde la forma de producción y los medios. Por eso quizás se inventó el zapping frente a la publicidad o el ver 40 canales pero no ver ninguno. Necesidad de satisfacción inmediata. Toco y me voy. Aunque nunca se satisfaga nada, porque terminamos queriendo “otra cosa”. No era “eso”, no. Nunca es “eso”.

No hay nada más bello
que lo que nunca he tenido.
Nada más amado
que lo que perdí.

Lucía, Joan Manuel Serrat

Parece que todo está al alcance de la mano, todo lo que se pueda desear “se fabrica”. La superabundancia produce hastío. Lo que sobra es poco valorado. ¿Será por eso que nos gustan las chicas difíciles?
De ahí los problemas adictivos, cigarrillos, comidas, compras, drogas, juego compulsivo, trabajo excesivo, todo lo que dé un resultado “de inmediato”. Por eso la gente compra autos súper-veloces para ir más rápido no se sabe adonde, o para suicidarse, pero con clase.
La velocidad para producir más, velocidad para enriquecerse, para hacer el amor –que no vemos a perder el tiempo tres horas en una cama- coitos prematuros que acaban antes de empezar o que duran lo que un suspiro. “Rapiditos” o como dicen los estadounidenses “quickies”. Dos minutos, eyaculación. Punto. ¿Satisfacción? garantizada (¿?).

“El tiempo que invertiste en tu rosa, hace que rosa sea tan importante”
El Principito
.