viernes, 8 de mayo de 2009

DOBLE CARA, ¡QUE CRUZ!.



Pululan los personajes públicos y privados que son viva negación de lo que sostienen, que dicen una cosa pero hacen otra –como todos los demás seres hablantes del planeta, salvo los loros.
Desde los amigos y familiares que “siempre están por llamarnos”, “en vos venía pensando”, “te aclaro que esto no es personal” (Como si algún asunto humano no lo fuera), hasta las infladas y rimbombantes declaraciones públicas de cualquier tipo, género o especie.
Son harto conocidos los encantadores personajes públicos, famosos, correctos, carismáticos, que guardan decenas de “muertos en sus roperos”. Todos los conocemos a montones, hay muchísimos de ellos, aunque sólo nos atrevamos a mencionar a Lugo, Grassi y Borocoto.

Paradigmas ejemplares. Modelos.

Mientras por un lado se condena que 1 de cada cuatro señores del mundo no tenga nada para comer, como lo hacen los altisonantes organismos globales, por el otro se favorecen las políticas prácticas a escala masiva, para que haya 2 de cada cuatro que no puedan comer. Cada corrupción manda muchos más al hambre.

Lo mencionado no puede extrañar a nadie, salvo a quienes no hacen caso (Desestiman el temita), porque es propio de la condición humana.

Así que no quedan muchas alternativas, o combatimos abiertamente toda expresión de la hipocresía personal, familiar social y mundial, o ayudamos abierta y honradamente a que esta se desarrolle, sana y vigorosamente.
Como Dios Manda.

Sin extenderme sobre el tema, sólo emito una sugerencia, no sea zurdito pero más que nada no sea “traidor”. No escuche a Joan Manuel Serrat :

Se gastan más de lo que tienen en coleccionar
espías, listas negras y arsenales;
resulta bochornoso verles fanfarronear
a ver quién es el que la tiene más grande.

Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,
juegan con cosas que no tienen repuesto
y la culpa es del otro si algo les sale mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Y como quien en la cosa, nada tiene que perder.
Pulsan la alarma y rompen las promesas
y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer
nos ponen la pistola en la cabeza.

Se agarran de los pelos, pero para no ensuciar
van a cagar a casa de otra gente
y experimentan nuevos métodos de masacrar,
sofisticados y a la vez convincentes.

No conocen ni a su padre cuando pierden el control,
ni recuerdan que en el mundo hay niños.
Nos niegan a todos el pan y la sal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión
de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo

que garantice unas premisas mínimas
que faciliten crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz
de este a oeste y de sur a norte,

donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz.

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