viernes, 5 de julio de 2013

DEMOCRACIA ARTISTICA Y LITERARIA




Según mi experiencia el Internet permite expresarse en relativa libertad y si los post o publicaciones resultan de algún valor son merecidamente divulgados en la red. Claro que muchos de estos productos carecen de la fuerza que les brindaría una organización comercial ya que al no poseer valor comercial ni producir dinero en circuito alguno, pierden credibilidad y el interés de los lectores. Una amiga estadounidense de visita en Argentina me comentó una vez que ella veía talentosos espectáculos en el teatro under, en bares de mala muerte y en clubes donde estos artistas ganaban poco más que para vivir.
Recuerdo con cierto humor una de las últimas películas de Woody Allen donde los medios de difusión masiva apuntan a un hombre común y lo hacen famoso de la noche a la mañana porque era "común, como todos". Y filmaban sus más mínimos gestos y su desayuno, su viaje al trabajo, sus paseos de compras hasta que el sujeto en cuestión ocupaba todas las pantallas y portadas de los diarios. Esto se prolongó por algunos días pero brindó sus "cinco minutos de fama" al sujeto. Esos cinco minutos gloriosos de ser "el ombligo del mundo". Claro que las noticias deben cambiar y los medios hallaron rápidamente a otro sujeto "ordinario" que lo reemplazó totalmente y nuestro antihéroe quedó solo en medio de la calle, cubierto del más sombrío anonimato y presa de la desesperación.
Este ejemplo me sirve como comparación de tantas estrellas y estrellitas del espectáculo y la literatura que un buen día desaparecen sin dejar rastros, por mucho que hayan triunfado. Nadie sabe cuál es el motivo; no se puede creer que a tamaña figura la hayan "olvidado" y luego pasa a ser menos que un recuerdo. Entiendo que el lucro podría explicar parte de estas situaciones y en otros casos "algún capo no los quiere" o se ganaron la enemistad de la empresa periodística o del canal o multimedia. Hay tanta oscuridad respecto del subir y caer que me parece que se hace necesaria una democratización para artistas e intelectuales a fin de evitar manoseos que a nadie benefician, salvo al 1% (valga la chanza).
Hablo desde mi papel de espectador y lector porque mi ingenuidad me permite creer que las empresas artísticas y de medios deberían dedicarse a su especialidad (que es ganar dinero) y dejar a los creadores y artistas que decidan por ellos mismos.
Esto tiene que ver con lo que a mí me gustaría, pero nada que ver con la realidad donde es el mercado el que está definiendo en gran parte hacia donde se dirige nuestra cultura. Me disgusta el rumbo (marcado por el rating o las ventas) y desde ese lugar lo manifiesto con los medios de que dispongo.

Víctor J. Michelón      
http://lamagahoy.blogspot.com


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