viernes, 7 de febrero de 2014


La inteligencia y la creatividad no son lo mismo, pero ambas están interconectadas.


Por Danilo S. Donolo y Romina Elisondo

En general, la inteligencia y la creatividad se asocian a ámbitos específicos, como si se tratara de características independientes la una de la otra. La inteligencia está asociada a la resolución de problemas en los que la claridad del planteo es evidente. En tanto, la creatividad se vincula con el ingenio, el talento, la agudeza y la inventiva. Así planteado, parece que las personas son inteligentes cuando tienen éxito en la vida y en el trabajo; y que la creatividad es patrimonio de unos pocos "iluminados" tocados por la varita o ayudados por el genio de la lámpara.
Sin embargo, las personas son inteligentes y creativas cuando se ocupan de encontrar soluciones y alternativas a grandes problemas como crear una vacuna, evitar una guerra o pensar el Guernica; o cuando buscan respuestas para situaciones cotidianas, como qué hago para llegar a fin de mes o qué preparo de cena con la heladera vacía.
Es cierto: la relevancia de los asuntos, la manera en que nos impactan, los alcances o su reconocimiento social en las dos situaciones son diferentes, pero los procesos mentales, psicológicos y afectivos implicados son semejantes.
Distintos autores plantean posturas diferentes sobre las relaciones posibles entre creatividad e inteligencia: la creatividad es un subconjunto de la inteligencia y la inteligencia es un subconjunto de la creatividad manteniendo un orden jerárquico; la creatividad y la inteligencia son dos conjuntos que se solapan con aspectos que les son comunes y otros que los distinguen; la creatividad y la inteligencia son esencialmente lo mismo por lo que ambas son equivalentes; y la creatividad y la inteligencia no tienen relación alguna, en una situación de distinción e independencia.
Pero las teorías más consistentes avalan la posición de que creatividad e inteligencia no son lo mismo: se trata de procesos distintos, aunque interconectados. Las relaciones entre ambos pueden encontrarse en las formas particulares que construyen las personas para crear, resolver y redefinir problemas en diferentes temas, momentos, situaciones y contextos.
En uno de nuestros trabajos destinados a la elaboración de un instrumento para la medición de la creatividad, encontramos que en general todas las manifestaciones creativas necesitan de un componente de inteligencia y que los componentes de inteligencia más altos –en el tercio superior de la escala de inteligencia– son los que llevan asociadas por lo menos la mitad de la creatividad medida por un test específico, el CREA.
Si bien la relación entre inteligencia y creatividad es un buen punto de partida, una preocupación general de la gente es cuán creativo puedo ser yo. La evidencia sugiere que la creatividad, tanto la cotidiana como aquella que transforma los campos científicos y artísticos, depende de las iniciativas de las personas y de las interacciones que estas construyen con otros y con los productos culturales. Crear, resolver y redefinir problemas no son exclusividad de unos pocos, sino posibilidades que dependen de las decisiones, iniciativas, motivaciones y vínculos con otros. Los conocimientos y las intuiciones o corazonadas, a veces disparatadas, también juegan un papel importante en el cóctel de la creatividad.
En el trabajo Inteligencias. Teorías recientes, creencias arraigadas y desempeños sociales (2013, en prensa), con Daiana Rigo (investigadora de la Universidad Nacional de Río Cuarto), expresamos en el epílogo: "En el fondo, todas las expresiones humanas son formas de decir la inteligencia, sea general o específica, sea analítica, sintética o constructiva, sea conceptual o práctica. (Muchos autores) tienen en común animarse a ser inteligentes de manera distinta".
En fin, inteligencia y creatividad muestran caminos y atajos ilimitados, que las personas pueden decidir transitar, llenos de dilemas, enigmas y desafíos sociales, éticos y personales. Los problemas sociales actuales desafían sin consideración la inteligencia y la creatividad, demandando transformaciones e innovaciones urgentes y decisivas.

Donolo es doctor en Ciencias de la Educación y Elisondo, doctora en Psicología. Ambos son investigadores del CONICET en la Universidad Nacional de Río Cuarto y coordinadotes del libro "Estudios de creatividad. Las travesías de Ástor, de Alfonsina, de Julios y Marías" (2013). 

De Newsweek

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