lunes, 5 de septiembre de 2011

VERDE TERRENO BALDIO



Veamos: usted corre hacia donde quiere y no se le cruza ningún auto; remonta una cometa (barrilete) para su pibe y ésta no se engancha en ningún piso, azotea o antena; transpira por el sol y se recuesta bajo la sombra de un bello árbol; le roba las flores o limones a la señora de al lado que ya sabe lo que hace; se llena de tierra cuando se cae o cuando pisa un pozo mal ubicado; se hace un futbolcito con sus amigos tras guardar la cartera del colegio o el maletín de ejecutivo; deja que sus hijos corran, trepen y jueguen al aire libre siempre que no haya elementos cortantes como vidrios o latas; las parejas de enamorados comienzan a llegar hacia el atardecer y a darse de besos, que mejor es que nos vayamos; los niños terminan sus últimos pozos que simulan ser trincheras para sus juegos bélicos (¿herencia belicista?; algún miserable nunca falta que envenena a un pobre gato; no se ve gente apurada.
Bueno, todo eso no ocurre sobre la autopista. Piense: si usted no ha pagado una entrada o ticket, ni está rodeado de luces de neón o de superficies planas de cemento; si no hay bancos adonde sentarse; si no encuentra a ninguno con raquetas, palos de jockey o una guinda, entonces usted está en uno de los últimos y raros “potreros” baldíos de la ciudad, sitio adonde hasta el momento no ha llegado el asfalto. Y si, esos lugares son terrenos raros pero aún quedan algunos en las afueras de las ciudades, y muchos en el campo. ¡Qué felicidad! La naturaleza y el verde son los mejores urbanistas