…”La prudencia de los padres ha guiado su elección: si la risa es la distracción de la plebe, la licencia de la plebe debe ser refrenada y humillada y aterrorizada mediante la severidad. Y la plebe carece de armas para afinar su risa hasta convertirla en un instrumento contra la seriedad de los pastores, que deben conducirla hacia la vida eterna y sustraerla a las seducciones del vientre, de las partes pudendas, de las comidas, de sus sórdidos deseos…”
“El Nombre de la Rosa”. H. Eco./
“El sueño de la razón engendra monstruos”/Goya.
Mi deseo es traer a Uds. A Francois Rabelais (1494-1553) y su mundo, que nos cuenta demostraciones carnavalescas, que tuvieron lugar en el siglo XVI; el Renacimiento ensayaba sus primeros despertares, después del largo sueño de la Edad Media. Momento de la aparición del cuerpo y sus intimidades, a través de excursiones por la anatomía, más pinturas y esculturas famosas que se atreven a mostrar la reprimida desnudez, aún en temas religiosos. Tiempos de inquietantes noticias y chismes de salvajes desnudos cubiertos de oro, provenientes de los nuevos mundos (América).
Mikhail Bakhtin, un teórico ruso de los años 30 y autor reconocido dentro del pensamiento actual por el libro “Rabelais y su mundo”, destaca el humor popular y el carnavalismo de este autor. Buscó recuperar partes de Gargantua and Pantagruel que en el pasado fueron ignoradas o suprimidas, y realizar un análisis del sistema social del renacimiento para descubrir el equilibrio entre el lenguaje que era permitido y el que no era permitido, y la interacción entre lo social y lo literario.
En los comienzos del renacimiento, el goce sensual del cuerpo humano, no era funcional a los fines del feudalismo, que precisaba a sus siervos de la gleba para crear las riquezas = posibilidad de hacer castillos, caballerías, y filosofías que los justificaran. Una vida corporal “de paso” hacia otra vida eterna, la verdadera.
Vida de los sujetos del joven renacimiento separada en dos bloques: épocas comunes de servidumbre y épocas del carnaval. En épocas serviles rozar un seno de duquesa cuesta la vida; en el carnaval es ella quien ruega que le quieran tocar el culo, ¡mucha competencia!.
Muy cierto – dijo el monje- que donde por todas partes hay muro por fuerza se murmura, y hay mucha envidia y mucha conspiración. - Gargantúa
En esta escena de pasaje aparece Francois Rabelais (1494-1553), monje, médico y escritor francés que cambió varias veces su orden religiosa: lo expulsaban de Francia, lo reprimían.
Rabelais se nutría de antiguos textos griegos, del “Elogio de la Locura” de Erasmo de Rótterdam, de la “Utopía” de Tomas Moro, dando vida a lo terráqueo, a la alegría del vivir, al goce del cuerpo mediante los sentidos, a la creación de palabras –ensaladas que resumían varios conceptos, creación de la lengua. Rabelais se lanzó a la aventura literaria, devolviendo al cuerpo desde la cabeza hacia abajo, sus otras eliminadas partes. El invento de expresiones nuevas y los juegos de palabras, lo grotesco, los contrasentidos, las risas y blasfemias gozadas por los plebeyos, fueron la respuesta final del primer renacimiento, al miedo que causaba ese infierno “prometido” y las imágenes santas.
Agelastos, fue el nombre creado por Rabelais del griego, para designar a quienes no saben reír. No en vano las abadías ocultaron durante cientos de años todos los textos vinculados con la risa, algunos atribuidos apócrifamente a Aristóteles o al filósofo Demócrito que creía estar loco por reírse de todas las cosas, a quien Hipócrates contestó en forma apócrifa que “no estaba loco, sino que tenía una naturaleza feliz”, palabras más o menos. La historia como una risa.
… Amanecía otra vez y la masa festejaba el carnaval, curioso eufemismo decir “festejaba”. Su similitud con los actuales procesos festivos, era por ley de opuestos; no se parecían en absoluto. Nada, del con-formarse actual. Un dicho popular afirma que después de largos años de represión, lo primero que aflora son los nervios. Durante la larga época del carnaval de esa transición, se terminaban las jerarquías y el complicado proceso de máscaras caía. No había en ese momento jóvenes y viejos, altos y petisos, flacos y gordos, nobles y plebeyos, mujeres y hombres, reyes y súbditos (no sujetos). Tampoco público ni actores. Quizás algo contemporáneo que semeje la situación descripta sean algunas fiestas rave del post-modernismo y la letra, varias veces censurada, de la canción “Fiesta” de Joan Manuel Serrat. El carnavalismo al que hace referencia Rabelais no era tan sencillo. No era debutante.
Era heredero histórico de los carnavales griegos, las bacanales romanas, y Los Saturnales, donde la situación social se invertía. Se fundamentaba en la creación de vistosos disfraces, antifaces o máscaras que favorecían el anonimato, rituales, obras trágicómicas, declaraciones públicas, retruécanos y puestas cómicas, y el arte de insultar (blasfemar también), atracones por mera glotonería de paladares ebrios.
Rabelais mientras tanto, jugaba con las lenguas francesa y griega, combinaba las palabras, las condensaba, parabolizaba, desplazaba, creaba neologismos. Recreaba al francés, la lengua de aquel entonces. . “Raymond Quenau, Henri Michaux y Ferdinand Céline, para no hablar de Rabelais, inventaron palabras nuevas y últimamente han aparecido teóricos y abogados de la literatura que prohiben "herir el lenguaje", es decir, no habría que acuñar neologismos. Estos prohibidores olvidan algo: si los pueblos no hubieran "herido" sus lenguajes desde que empezaron los siglos, hoy nos hablaríamos por señas”… (Juan Gelman, Sentir para Pensar, www.páginadigital.com.ar).
Comer, beber y hacer el amor o golpearse hasta quedar exhaustos, rendido el cuerpo biológico por atravesar las fronteras de lo posible.
Pensarán tal vez en un hedonismo o en orgías, aunque no era ese exactamente el punto. La plebe hacía gala de otro saber frente al amo, goce sensual para la alegría que arrollaba insolente, indeterminación y ausencia de miedo al castigo divino. Imponiendo muchas costumbres que luego se incorporarían a la vida cotidiana, a las letras, a las artes, lejos de supersticiones y oscurantismos.
Esta actitud del carnavalismo y las ideas trabajadas inadvertidamente por Erasmo, Moro, Rabelais, se observaron en la literatura y el arte todo, en figuras como El Bosco, Leonardo, Miguel Angel, Miguel de Cervantes Saavedra algunas décadas después, en Shakespeare, en las sátiras y farsas de Moliere y en muchas otras. Wolfgang Goethe, fue quién describió el carnaval más acabadamente. Porque tales deseos y gozos anudados y parcialmente “desatados”, también alumbraron artes y filosofías... “El Quijote de la Mancha” (1605) burlándose de la caballería y de tantos otros aspectos típicos de la Edad Media y las Cruzadas, logró influir en decenas de escritores hasta la actualidad misma… y recreó la lengua castellana. Aunque algunos concedan que ese libro pertenece más a Sancho Panza que al Ingenioso Hidalgo.
Partero del Humor
http://psychenavegante.net/index.php?option=com_content&view=article&id=1081:rabelais-impregno-de-humor-al-tramado-textual&catid=173:psicoanalisis
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"Debo mucho, nada tengo: el resto se lo dejo a los pobres."
ResponderBorrarMuchas gracias Víctor por traer a la memoria el recuerdo de un gigante inolvidable.
Excelente tu entrada,un fuerte abrazo
La internet, como me gusta llamar a la red, con minúsculas, nos permitió escribir y ser leídos, criticados, admirados y olvidados sin esperar la crítica especializada, que nos olvidará como es lógico y predecible, y llegar a la autoedición (nunca habría llegado a ella si no fuera por el impulso cibervital).
ResponderBorrarEn mi blog
http://premioparalucia.blogspot.comestá el testimonio de muchas obsesiones y pensamientos poéticos.
De allí estoy armando una telaraña de brazos que me llevan a otros links de poemas que fueron publicados en otros sitios y que estoy agrupando por afinidad y sentido.
Me encantaron los comentarios de tu blog.
Abrazos virtuales.
Lu
qué buen blog... sencillo y con sentido del humor; un espacio verdaderamente disfrutable.
ResponderBorrarUn saludo desde el Tuy venezolano.