Cuando tenía 15 años cursaba el tercer año
del colegio secundario Mariano Moreno cuyo título final era el de Bachiller que
obtenían los chicos al quinto año de estudios; era una época en que idealizaba
a mis profesores de los que aún mantengo un claro recuerdo, pero entre ellos
sobresalía el Ingeniero Marty que dictaba la materia Geografía mundial aunque
en realidad él Ingeniero era dueño de una fábrica de heladeras sencillas que
vendía muy bien. Un empresario argentino que defendía la industria argentina
con toda su inteligencia según recuerdo.
En una oportunidad surgió el tema de los “Consejos
del Viejo Vizcacha” de José Hernández, el autor más representativo de la
literatura gauchesca del siglo XIX con su famosa obra “Martín Fierro”
Y surgió esa literatura porque en la clase de
Geografía hablábamos un poco de todo superando ampliamente los límites de la materia
ya que este profesor sin duda era un verdadero “formador” de conciencias.
Y aparecieron unos versos que leyó un
compañero de clase:
Jamás llegués a parar adonde veas perros flacos.
El primer cuidao del hombre
Es defender el pellejo.
Lleváte de mi consejo,
Fijáte bien lo que hablo:
El diablo sabe por diablo,
Pero más sabe por viejo
Hacéte amigo del juez.
No le dés de qué quejarse;
Y cuando quiera enojarse
Vos te debés encojer,
Pues siempre es güeno tener
Palenque ande ir a rascarse.
Nunca le lleves la contra,
Porque manda la gavilla.
Allí sentao en su silla
Ningún güey le sale bravo:
A uno le da con el clavo
Y a otro con la cantramilla.
El hombre, hasta el más soberbio,
Con más espinas que un tala
Aflueja andando en la mala
Y es blando como manteca:
Hasta la hacienda baguala
cai al jagüel con la seca.
“No andés cambiando de cueva,
Hacé las que hace el ratón:
Conserváte en el rincón
En que empesó tu asistencia:
Vaca que cambia querencia
Se atrasa en la parición.
Quedamos en silencio tratando de entender lo escuchado hasta que el profesor Marty estalló de rabia contenida al mencionar que esos versos … “eran abiertamente inmorales y una agachada humana imperdonable”
Como estoy hablando de la década de 1960’comprenderán que el profesor Marty era coherente con su época cuya Weltanschauung (cosmovisión) se correspondía con elevados niveles éticos.
Por eso me sorprendí cuando hace poco tiempo un joven me dijo que estos versos eran para copiarlos (dijo “machetearlos”) porque estaban buenísimos.
Las cosas no solo dependen del color con que se miren sino de la época en que se juzguen.
Por mí, no he podido renunciar a creer que Marty tenía razón para cualquier época que sea.
¡Qué genialmente ha plasmado Hernández la esencia del lado cobarde y vil de nosotros los criollos!
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