lunes, 26 de mayo de 2008

Conmigo los buenos.


Están los superhéroes de la pantalla que por suerte conducen los asuntos hacia un final feliz. Lo sabe cualquiera que entienda de cine o televisión.
Pero por más resiliente que sea, un héroe no tiene una identidad propia para las personas de la comunidad... “al ídolo se le puede adjudicar lo que cada miembro desea, pero éstas proyecciones fantasmáticas no tienen porque coincidir necesariamente con la condición “real” del héroe en cuestión” (Michelón 1993) y tal vez sea demasiado para un ídolo popular que la gente lo crea “capaz de todo”, caso típico de “Maradonización” de quienes son amados por el público.
Seres que suelen estar condenados a la soledad de una lucha desigual, creación emergente de una sociedad y momento dado. Por eso también su veloz caída, su fugacidad, el problema de la fama. No poca cosa.
Lo que olvidan muchos -el tango es generoso al respecto- es su propia responsabilidad personal como “animalitos del bosque”, porque es propio de todos los cuentos de hadas que muchas hormiguitas, abejitas, picaflores, conejitos del bosque logren “ayudar” al protagonista para que cumpla con sus metas.
En eso tal vez reside el valor social de los cuentos de hadas donde siempre triunfan los valores éticos, y pierden en cambio los “malvados”, como diría Bruno Bettelheim, quien realizó muchos estudios sobre el papel “moralizante” ó de formación de valores y resiliencia que poseen los “fairy tales” o los cuentos para niños. Como se observará estos habitantes del bosque no son iguales entre sí, aunque manifiestan su voluntad para que se produzca el “final feliz”, que abre lugar a la fantasía.
Se me ocurre agregar para terminar esta breve comunicación que no usa en absoluto la “jerga” psicológica, que quizás lo más importante que puedan tener esos cuentos infantiles para los enfermos, débiles o excluidos no sea su mensaje en sí, sino el afectuoso tono de la voz, de la actitud pre-verbal y para-verbal que utilizan quienes los cuentan, que para los niños afortunados es su mamá o el amor materno, para los enamorados el objeto de su pasión, pero para los excluidos y enfermos puede ser cualquier persona que les haga pensar que esa vida que poseen, vale la pena.
Todos necesitamos además del alimento y calor la presencia testimonial de un otro que nos escuche y pueda accionar, para “garantizar” nuestro dolor y alegría.
"El que esté libre de ...

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