Muchas veces surgen problemas de pareja, con los hijos, o con amigos que se producen porque nosotros atribuimos ciertos pensamientos o acciones a los mismos. Proyectamos nuestros propios pensamientos a ellos.
Por mucho que conozcamos a una persona, hay muchas zonas de esa persona que no conocemos y no podemos “adivinar” o saber lo que pensará o hará.
Como no existe un guión mediante el cuál se maneja la gente, no es posible saber por adelantado lo que pensará o sentirá el otro. Y de aquí surgen situaciones conflictivas.
Sobre todo cuando creemos saber porque una persona actúa de tal o cuál modo. La verdad es que no lo sabemos.
Por eso es esencial mantener una curiosidad permanente por lo que opina quien está a nuestro lado.
Y la única forma de saberlo no es la interpretación salvaje de su conducta, trayéndola a terrenos conocidos, a explicaciones basadas en “lo bien” que conocemos a esa persona. Esto falla siempre. Se llama prejuzgar. Tener un juicio antes de saber.
La única forma razonable de saber lo que le ocurre al otro, es preguntarle. Y en forma abierta tratar de entender lo que quiere decir, que no siempre es fácil.
Hablar, siempre hablar, sigue siendo uno de los mejores medios para que no produzcan malos entendidos, donde uno habla en chino y el otro en japonés.
No hay adivinos. No conocemos ni siquiera bien a nuestra pareja, pero se puede intentarlo.
¿Que los asuntos humanos no tienen por qué ser tan difíciles?.
Lo son.
si tienes razòn,pero casi creo q nos gusta por un lado pretender conocer a los demas y la vez mantenernos en el clichè de nosotros mismos...
ResponderBorrara veces tengo miedo de lo q mis familiares piensan de mi, y lo peor es que se supone q ellos tienen mi biografia autorizada. Eso me preocupa