Escribir sobre las cosas que nos pasan o que imaginamos, hacer relatos con personas reales o ficticias, crear o retratar “personajes” nos permite contactar con nuestros sentimientos y ponerlos totalmente en juego. No hay que preocuparse por escribir bien ni por tener lectores, la literatura es lo de menos, aunque los sentimientos lo más importante. Tanto es así que una corriente psicológica argentina instituyó el “cuento terapéutico”. Creado e impulsada por Mónica Bruder, autora del libro El cuento y los afectos (ED. Galerna), afirma que "el cuento es una metáfora que mediante un lenguaje simbólico permite conectarnos con lo más íntimo de nosotros".
Participar en foros, chateos, o utilizar el Internet –ahora es Facebook o Twitter- para lograr contactos humanos puede sernos resultarnos sencillo cuando estos son escasos. Esta forma no tendrá la calidad de los contactos cara-a-cara con los demás, amores, familia, amigos o la gente que conocemos por la calle o haciendo las compras, no se podrá nunca comparar con el hecho de conocer bien a los vecinos del barrio, pero puede resultar como última posibilidad, cuando todo lo demás ha fallado. Pero cuidado, hay mucho “pirata” dando vueltas por el Internet, lo que traducido significa no pague nada, no entregue sus datos personales.
Según muchos, jugar con los hijos pequeños o con mascotas les permite disfrutar mucho.
También el coqueteo y la valorización de la pareja –todo empieza con “el masaje”- suele producirles fuertes sentimientos placenteros.
El buen humor, los chistes adecuados y poder reírse un poco de uno mismo también ayudan a sentirse mejor. A veces también puede ayudar el humorismo de la radio u otros medios de difusión si a la persona en particular le gustan, lo hacen sentir bien o logran relajarlo.
La base de cualquier esfuerzo para combatir el estrés suele ser la concentración, porque si estamos muy ocupados haciendo algo concreto con las manos, o con la mente, es más difícil que nos abrume la angustia. Tal vez esa sea la base del escribir para sentirnos mejor. Quizás también ese sea el sentido del uso de los “distractores” o cualquier objeto o persona que nos distraiga un poco de las situaciones difíciles que tenemos que enfrentar en la vida. Los estudiantes universitarios hace mucho tiempo que saben eso, que ponen en práctica cuando tienen que rendir un examen y mientras esperan para pasar a la temida mesa “juguetean” con una pequeña moneda entre los dedos, la hacen girar, la dan vuelta, la amasan. Con eso logran un nivel de distracción mínimo que les permite mantener el valor frente a lo que tendrán que enfrentar en pocos minutos. Saben de sobra que obsesionarse con una idea o cosa como estudiar, ¡no sirve!.
Licenciado, muy buena la entrevista en Whohub. Me orgullo de ser su amigo.
ResponderBorrarLe mando un gran abrazo.