GRANDES EXPECTATIVAS
La mayoría de nosotros vivimos esperando un “golpe de suerte”, algo maravilloso en lo que ciframos nuestra dicha, como ganarse la lotería o ser amado de modo perfecto, la mujer ideal, el trabajo soñado, ha “herencia” desconocida que vendría de algún sitio lejano.
Queremos encontrar un “sitio” ideal un refugio contra el sufrimiento para alcanzar la dicha plena.
Como si siempre nos faltara algo para la completitud.
Tal vez si dejamos de comportarnos como los protagonistas de alguna irreal película de Hollywood veríamos todo más claro.
El parecido es la vida real con una película es el mismo que hay entre Brad Pitt y el resto de nosotros. O Angelina Jolie y usted.
Cuando elevamos nuestras expectativas corremos serio riesgo de frustrarnos, porque lo Ideal es enemigo de lo bueno.
Y quizás estaría bien mirar mejor alrededor nuestro porque nos podemos llevar una sorpresa. Quizás estamos rodeados como lo merecemos pero no nos damos cuenta.
Entre la multitud de conocidos y amigos a medias, entre las personas que nos sirven el café, la peluquera, el odioso jefe, los aburridos compañeros, la-misma-gente-de-siempre puede haber alguien interesante y destacable, pero si no nos detenemos a habitar con ellos –de quienes somos otro más- nunca los conoceremos en verdad.
No digo “idealizar” a quienes nos rodean, digo sólo prestar un poco más de atención, reconocerlos como pares.
Puede que nos sorprenda.
La mayoría de nosotros vivimos esperando un “golpe de suerte”, algo maravilloso en lo que ciframos nuestra dicha, como ganarse la lotería o ser amado de modo perfecto, la mujer ideal, el trabajo soñado, ha “herencia” desconocida que vendría de algún sitio lejano.
Queremos encontrar un “sitio” ideal un refugio contra el sufrimiento para alcanzar la dicha plena.
Como si siempre nos faltara algo para la completitud.
Tal vez si dejamos de comportarnos como los protagonistas de alguna irreal película de Hollywood veríamos todo más claro.
El parecido es la vida real con una película es el mismo que hay entre Brad Pitt y el resto de nosotros. O Angelina Jolie y usted.
Cuando elevamos nuestras expectativas corremos serio riesgo de frustrarnos, porque lo Ideal es enemigo de lo bueno.
Y quizás estaría bien mirar mejor alrededor nuestro porque nos podemos llevar una sorpresa. Quizás estamos rodeados como lo merecemos pero no nos damos cuenta.
Entre la multitud de conocidos y amigos a medias, entre las personas que nos sirven el café, la peluquera, el odioso jefe, los aburridos compañeros, la-misma-gente-de-siempre puede haber alguien interesante y destacable, pero si no nos detenemos a habitar con ellos –de quienes somos otro más- nunca los conoceremos en verdad.
No digo “idealizar” a quienes nos rodean, digo sólo prestar un poco más de atención, reconocerlos como pares.
Puede que nos sorprenda.
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