Primero se comienza cediendo en las
palabras, y luego se cede en las cosas (hechos).
S. Freud
Cuando el maltrato personal o laboral persistente no deja marcas físicas es más difícil desenmascararlo, aunque sus consecuencias para la salud pueden ser iguales o peores. La literatura especializada es extensa y específica al respecto.
Es muy difícil tipificar y medir el acoso, el acecho, la crueldad mental, la exclusión, la discriminación, la maldad, las ansias de poder.
Otros nombres relacionados con el fenómeno son :
Acoso Moral, Victimología, Mobbing, Bullying, Stalking, Harassment, Psicoterror, Abuso de Poder, Acoso Telefónico, Acoso Sexual, Ordenes de Restricción, Jurisprudencia Argentina 2006/09.
Quizás ud. mismo sea objeto de maltrato:
S. Freud
Cuando el maltrato personal o laboral persistente no deja marcas físicas es más difícil desenmascararlo, aunque sus consecuencias para la salud pueden ser iguales o peores. La literatura especializada es extensa y específica al respecto.
Es muy difícil tipificar y medir el acoso, el acecho, la crueldad mental, la exclusión, la discriminación, la maldad, las ansias de poder.
Otros nombres relacionados con el fenómeno son :
Acoso Moral, Victimología, Mobbing, Bullying, Stalking, Harassment, Psicoterror, Abuso de Poder, Acoso Telefónico, Acoso Sexual, Ordenes de Restricción, Jurisprudencia Argentina 2006/09.
Quizás ud. mismo sea objeto de maltrato:
•
Someter a la víctima a duras pruebas.
• La desvalorización, y sentar las bases del “error” en la víctima (para que reaccione) son sus objetivos, aún contra las evidencias.
• Poner permanentemente en duda la capacidad o virtudes del otro, minimizando o desestimando sus logros. (“Lo tuyo no vale”).
• La utilización de apodos ridiculizantes, la gorda, el marica, la vieja, la nena.
• La referencia a algún supuesto defecto mental de la víctima, el loco, el paranoico, el quisquilloso. Descalificar para ganar.
• Las miradas duras, odiosas, la desaprobación gestual aunque se diga que sí. Se aprueba con palabras, pero los hechos y el lenguaje para-verbal significan profundo rechazo (No abierto, claro).
• Las risas “graciosas” a costa de la víctima.
• La indiferencia lisa y llana, ignorancia absoluta de lo que hace el otro. No reconocimiento.
• La interrupción de la comunicación. No hablarle, no contestarle.
• Hacer quedar mal en público y frente a los demás.
• Fuerte utilización del sarcasmo y la ironía.
• Las alusiones indirectas o comentarios desagradables, sin responsabilizarse por ellos (“Es un chiste”).
• La asignación de falta de sentido del humor del otro.
• “Tapar” de trabajos complicados al otro, o su opuesto, no darle trabajo en absoluto.
• Negarle información importante.
• Buscar reacciones agresivas reactivas, por parte de la víctima.
Para citar solo algunos.
Durante mucho tiempo, se creyó que las personalidades perversas solo tenían éxito frente a quienes les seguían “el juego”. Siempre se sospechó que la víctima era complementaria, “se la buscaba” o la provocaba.
Las víctimas explicaban a los agresores (“Algo habrá hecho”).
Sin embargo, los fenómenos del mobbing, harassment, bullying, stalking, términos ingleses que designan y tipifican las diferentes estrategias que se utilizan para desestabilizar, y eventualmente anular o segregar a una persona, excluirla de algún ámbito, “sacarla” de algún sitio (seamos claros) cobran cada vez más importancia, y ya son tipificadas como delitos en diversas legislaciones del mundo.
Las empresas pierden mucho dinero y productividad cuando se inician estos “juegos de poder”. No resulta difícil que una ‘determinada administración’ de una empresa o corporación, intente eliminar a las personas que no les resultan “funcionales”.
El mejor ejemplo de esto es la película estadounidense “Acoso” protagonizada por Michael Douglas y Demi Moore, mal traducida al castellano como “Acoso Sexual”, donde se exhibe un juego de poder. Muchas otras películas y obras de teatro también han encarado este asunto.
Ya sabemos que todo el que no acata ciegamente la “línea oficial” de una determinada administración, aunque se sepa falsa, es luego acusado de loco, ladrón, o cuando no queda otro remedio, de malvado. Esto ha sido bien trabajado por la teoría de la comunicación, de la escuela sistémica en Palo Alto, California (Watzlawick, Beavin Bavelas, Jackson, Bateson, etc.).
Las empresas lentamente están comenzando a reaccionar. Cada día más empresas prohíben expresamente tales actividades, y por lo general, dan toda clase de posibilidades a los subordinados de defenderse, mediante la denuncia pública o incluso anónima y por correo electrónico, de las situaciones donde no se respetan los códigos de ética.
La respuesta contra la agresión pública y la secreta no es la psicología, sino la justicia, los tribunales.
Recientemente en nuestro país, comenzó a formarse una creciente jurisprudencia contra el fenómeno del “mobbing” o “acoso moral”. Se conoce bien en ámbitos legales y se han publicado muchos libros y materiales al respecto (Pida aquí más información, si lo desea). Ya existen algunas tipificaciones realizadas por especialistas.
La Asamblea General de las Naciones Unidas se ha pronunciado al respecto, y las legislaciones de diversos países muy avanzados (Suecia, Alemania, Estados Unidos, Italia, Suiza), ya condenan legalmente al maltrato personal y laboral (acoso).
Y aunque resulte difícil probarla, por tratarse de una actividad relativamente secreta, de un individuo o grupo de ellos, se está trabajando intensamente en su correcta tipificación legal.
El maltrato solo persigue la destrucción psicológica de la víctima, su separación de trabajos o de grupos, a los que no profesa “lealtad” ninguna, provocando una “traición”. Sí… leyó bien…
Cualquiera puede ser víctima de una personalidad perversa o antisocial, pero los más inteligentes y mejor dotados, suelen ser sus blancos favoritos. Por aquello que “Hay que eliminar” al competidor.
Para estas patologías incurables, son más peligrosos quienes son más capaces.
• La desvalorización, y sentar las bases del “error” en la víctima (para que reaccione) son sus objetivos, aún contra las evidencias.
• Poner permanentemente en duda la capacidad o virtudes del otro, minimizando o desestimando sus logros. (“Lo tuyo no vale”).
• La utilización de apodos ridiculizantes, la gorda, el marica, la vieja, la nena.
• La referencia a algún supuesto defecto mental de la víctima, el loco, el paranoico, el quisquilloso. Descalificar para ganar.
• Las miradas duras, odiosas, la desaprobación gestual aunque se diga que sí. Se aprueba con palabras, pero los hechos y el lenguaje para-verbal significan profundo rechazo (No abierto, claro).
• Las risas “graciosas” a costa de la víctima.
• La indiferencia lisa y llana, ignorancia absoluta de lo que hace el otro. No reconocimiento.
• La interrupción de la comunicación. No hablarle, no contestarle.
• Hacer quedar mal en público y frente a los demás.
• Fuerte utilización del sarcasmo y la ironía.
• Las alusiones indirectas o comentarios desagradables, sin responsabilizarse por ellos (“Es un chiste”).
• La asignación de falta de sentido del humor del otro.
• “Tapar” de trabajos complicados al otro, o su opuesto, no darle trabajo en absoluto.
• Negarle información importante.
• Buscar reacciones agresivas reactivas, por parte de la víctima.
Para citar solo algunos.
Durante mucho tiempo, se creyó que las personalidades perversas solo tenían éxito frente a quienes les seguían “el juego”. Siempre se sospechó que la víctima era complementaria, “se la buscaba” o la provocaba.
Las víctimas explicaban a los agresores (“Algo habrá hecho”).
Sin embargo, los fenómenos del mobbing, harassment, bullying, stalking, términos ingleses que designan y tipifican las diferentes estrategias que se utilizan para desestabilizar, y eventualmente anular o segregar a una persona, excluirla de algún ámbito, “sacarla” de algún sitio (seamos claros) cobran cada vez más importancia, y ya son tipificadas como delitos en diversas legislaciones del mundo.
Las empresas pierden mucho dinero y productividad cuando se inician estos “juegos de poder”. No resulta difícil que una ‘determinada administración’ de una empresa o corporación, intente eliminar a las personas que no les resultan “funcionales”.
El mejor ejemplo de esto es la película estadounidense “Acoso” protagonizada por Michael Douglas y Demi Moore, mal traducida al castellano como “Acoso Sexual”, donde se exhibe un juego de poder. Muchas otras películas y obras de teatro también han encarado este asunto.
Ya sabemos que todo el que no acata ciegamente la “línea oficial” de una determinada administración, aunque se sepa falsa, es luego acusado de loco, ladrón, o cuando no queda otro remedio, de malvado. Esto ha sido bien trabajado por la teoría de la comunicación, de la escuela sistémica en Palo Alto, California (Watzlawick, Beavin Bavelas, Jackson, Bateson, etc.).
Las empresas lentamente están comenzando a reaccionar. Cada día más empresas prohíben expresamente tales actividades, y por lo general, dan toda clase de posibilidades a los subordinados de defenderse, mediante la denuncia pública o incluso anónima y por correo electrónico, de las situaciones donde no se respetan los códigos de ética.
La respuesta contra la agresión pública y la secreta no es la psicología, sino la justicia, los tribunales.
Recientemente en nuestro país, comenzó a formarse una creciente jurisprudencia contra el fenómeno del “mobbing” o “acoso moral”. Se conoce bien en ámbitos legales y se han publicado muchos libros y materiales al respecto (Pida aquí más información, si lo desea). Ya existen algunas tipificaciones realizadas por especialistas.
La Asamblea General de las Naciones Unidas se ha pronunciado al respecto, y las legislaciones de diversos países muy avanzados (Suecia, Alemania, Estados Unidos, Italia, Suiza), ya condenan legalmente al maltrato personal y laboral (acoso).
Y aunque resulte difícil probarla, por tratarse de una actividad relativamente secreta, de un individuo o grupo de ellos, se está trabajando intensamente en su correcta tipificación legal.
El maltrato solo persigue la destrucción psicológica de la víctima, su separación de trabajos o de grupos, a los que no profesa “lealtad” ninguna, provocando una “traición”. Sí… leyó bien…
Cualquiera puede ser víctima de una personalidad perversa o antisocial, pero los más inteligentes y mejor dotados, suelen ser sus blancos favoritos. Por aquello que “Hay que eliminar” al competidor.
Para estas patologías incurables, son más peligrosos quienes son más capaces.
Excelente artículo,me gustaría recibir más información al respecto. Tengo conocimientos de las teorías de Bateson, Watzlawick y Habermas, todos estudiados desde el punto de vista linguistico (no anad la diéresis).
ResponderBorrarQuerida Mónica, las teorías que mencionas están todas vinculadas a la Teoría de la Comunicación y del Juego, más los aportes de Habermas. Hay un libro titulado "El Acoso Moral" de Marie-France Hirigoyen editado por Editorial Paidós que se refiere al maltrato psicológico y te cito la solapa: "La posibilidad de destruir a alguien solo con palabras, miradas o insinuaciones es lo que se llama "violencia perversa" o "acoso moral". Desde luego que Watzlawick trata estos temas con extensión.
BorrarSi puedo serte útil de otro modo búscame en Facebook: Víctor Michelón, y vemos.