EL TEATRO DE LA CALLE
La teatralidad y el socio derroche se despliegan insolentes en las calles de la gran ciudad, para decir lo suyo en este drama urbano que nos observa panópticamente, que desea hacernos participar de esta “asociación libre colectiva”, que se da en colectivos y ómnibus atestados de personas aplastadas, que “esclarece” en las colas de los bancos, “ordena” a gritos en los trámites, habla a gritos en sitios públicos “para que escuchen, carajo”, se disfraza de mujer bonita en bares de los barrios “donde hay que estar”, roba el asiento a embarazadas, viejos y discapacitados, nos observa feroz detrás de sus lentes oscuros aunque muestra el reloj, siempre caro.
Teatro de la calle, zona de luchas callejeras, donde algunos tratan de avanzar a toda costa, a empujones, a codazos, como sea. No hay lugar para débiles, viejos, niños, embarazadas, extraños de todas clases, pues solo molestan en la rat race (carrera de ratas) y esto no es zurdo, pues la expresión la inventaron los norteamericanos para describir exactamente lo que explico.
Según Sabato…”Quiero hablarles de Buenos Aires. Aunque no vivo en ella y me resultaría insoportable, la reconozco como mi ciudad… Ella representa, lo que es la vida en las grandes urbes donde viven o sobreviven, millones de habitantes…”.
Jorge Luís Borges…”No nos une el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”. O Cacho Castaña, que se animó una vez a decir lo que pasaba acá en una canción, que fue prohibida por el gobierno militar.
Ni hablemos de lo que dice la gente en las humeantes calles, obstruidas por obras en construcción, repletas de baches, suciedad, ni acaroina tiran ya.
No hay más que mirar las formas de vestir, los gestos, escuchar las formas de hablar, los pequeños tic, el eterno celular “salvador”, los metálicos tanques de guerra que llaman autos. ¿A quien se le ocurrió que todos tenemos que tener un automóvil? Es que si fuese así los habitantes nos tendríamos que ir de la ciudad – bueno, muchos ya se fueron. Y las formas de ser; todo un conjunto de elementos que nos diferencia de los “malos”: grasas, pobres, negros, judíos, cartoneros, zurdos, gordos, racialmente inferiores, empleados o siervos (Aluvión de raras especies zoológicas). A todos los que no sean de la “clase media”… Media, indefinida, cambiante, que le da igual festejar el Mundial 78, la plaza de Galtieri, o votar a Macri (¿está bueno?).
Socio-Teatro que alberga algunos pocos millones de bienaventurados, que viven a costa del 50 por ciento de una población misérrima, que no puede comprarse la ropa ni en Chemea, que muchos días no come. Por favor, no piensen ¡qué trabajen! Porque trabajo, no hay, y los que hay son para negros y esclavos, ¿si?.
“Al verla así pianté, pa’ no llorar”…
Seamos sinceros (digo, como clase media)… lo que “está bueno”, es vivir en Europa.
La teatralidad y el socio derroche se despliegan insolentes en las calles de la gran ciudad, para decir lo suyo en este drama urbano que nos observa panópticamente, que desea hacernos participar de esta “asociación libre colectiva”, que se da en colectivos y ómnibus atestados de personas aplastadas, que “esclarece” en las colas de los bancos, “ordena” a gritos en los trámites, habla a gritos en sitios públicos “para que escuchen, carajo”, se disfraza de mujer bonita en bares de los barrios “donde hay que estar”, roba el asiento a embarazadas, viejos y discapacitados, nos observa feroz detrás de sus lentes oscuros aunque muestra el reloj, siempre caro.
Teatro de la calle, zona de luchas callejeras, donde algunos tratan de avanzar a toda costa, a empujones, a codazos, como sea. No hay lugar para débiles, viejos, niños, embarazadas, extraños de todas clases, pues solo molestan en la rat race (carrera de ratas) y esto no es zurdo, pues la expresión la inventaron los norteamericanos para describir exactamente lo que explico.
Según Sabato…”Quiero hablarles de Buenos Aires. Aunque no vivo en ella y me resultaría insoportable, la reconozco como mi ciudad… Ella representa, lo que es la vida en las grandes urbes donde viven o sobreviven, millones de habitantes…”.
Jorge Luís Borges…”No nos une el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”. O Cacho Castaña, que se animó una vez a decir lo que pasaba acá en una canción, que fue prohibida por el gobierno militar.
Ni hablemos de lo que dice la gente en las humeantes calles, obstruidas por obras en construcción, repletas de baches, suciedad, ni acaroina tiran ya.
No hay más que mirar las formas de vestir, los gestos, escuchar las formas de hablar, los pequeños tic, el eterno celular “salvador”, los metálicos tanques de guerra que llaman autos. ¿A quien se le ocurrió que todos tenemos que tener un automóvil? Es que si fuese así los habitantes nos tendríamos que ir de la ciudad – bueno, muchos ya se fueron. Y las formas de ser; todo un conjunto de elementos que nos diferencia de los “malos”: grasas, pobres, negros, judíos, cartoneros, zurdos, gordos, racialmente inferiores, empleados o siervos (Aluvión de raras especies zoológicas). A todos los que no sean de la “clase media”… Media, indefinida, cambiante, que le da igual festejar el Mundial 78, la plaza de Galtieri, o votar a Macri (¿está bueno?).
Socio-Teatro que alberga algunos pocos millones de bienaventurados, que viven a costa del 50 por ciento de una población misérrima, que no puede comprarse la ropa ni en Chemea, que muchos días no come. Por favor, no piensen ¡qué trabajen! Porque trabajo, no hay, y los que hay son para negros y esclavos, ¿si?.
“Al verla así pianté, pa’ no llorar”…
Seamos sinceros (digo, como clase media)… lo que “está bueno”, es vivir en Europa.
Exelente...pero sabés que te olvidás? que Europa está lejos y es caro!!
ResponderBorrarbesote
PD: te debo un mail, mañana te lo mando :)
pues si ese teatro nos facina por eso los que no vivimos en las grandes urbes volvemos y volvemos, porque haber nacido en ellas nos insertò su marcapasos y sus deseos, vivan las grandes ciudades! adorables y odiosas, y mirà que yo no nacì en el D.F. no tan sofisticada como Buenos Aires pero quizà algo màs caòtica, entre 20 y 30 millones de supervivientes, y muchos muchos plantones, marchas, ineficiencias y locuras y aun asì se le ama y se le odia con todo el corazon.
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