Querida Bianqui:
Hoy te digo las mismas gastadas palabras del adiós, esas que
uno quisiera no decir nunca. Fuiste más que una amiga o compañera: diste
dulzura a mis días y hoy mirando la casa vacía, sin rastros de tu presencia
siempre cercana, me siento desolado y empecé a extrañarte. Ya no te veré más,
aunque no pueda acostumbrarme a la idea.
Subirte al canto de las puertas, salir como tiro por la
ventana, apoyarte en mi brazo siempre cansado, querer meterte dentro mío como
si yo tuviera un interior que ofrecerte o un refugio donde protegerte, es
apenas una síntesis apretada de tu maravilloso ser.
Tu inmenso amor por nosotros nos iluminó. Nunca nos
abandonaste en muchos años que fueron muy pocos para mí.
Hoy iba buscar no sé
qué materiales filosóficos pero desistí, no tengo el ánimo.
Las personas tenemos esa particularidad, cuando nos inunda
el sentimiento nos salen sólo palabras, poco si lo comparamos con lo sentido.
Por eso hoy quiero decirte adiós y prometerte que donde
quiera que estés Cristina y yo jamás te olvidaremos.
Chau mi amor
Querido amigo, muy tocante la nota que publicaste relativa a tu querida Bianca (por coincidencia ese iba a ser el nombre de mi hijo, que por no querer saber de ultra son ni nada de eso en la epoca, ese era el nombre que habiamos elegido). Hace aprox. dos meses que un gato muy querido nos adoptó. Nunca habia tenido gatos, pero ese poco tiempo que estamos con él, nos está dando un gran escape para las afectividades.
ResponderBorrarUn gran abrazo