domingo, 18 de diciembre de 2011

FRENTE A LA CRISIS



Decía un amigo que…”la pobreza une y la riqueza desune” y más allá de si tenía razón, más de un mundo se derrumba cuando aparece la crisis, el desempleo, la ausencia de un lugar.
Quien carece de todo en general no tiene elementos para sobrevivir estos tiempos y la sociedad misma tampoco se los brinda. Hay una crisis de la civilización, también.
La sociedad modernista imperante hace más de 40 años, el “capitalismo productivo” consagraba los valores del trabajo, respeto, vida social adecuada, servicios de salud y muchos otros. Así existían en las ciudades grandes y pequeñas como Buenos Aires una gran cantidad de redes de contención social como las encarnaban los clubes de barrio, sociedades de fomento, bibliotecas populares, cooperadoras escolares, olimpíadas colegiales, marcada convivencia vecinal, clubes de ajedrez, café repletos de hombres charlando y fumando discutiendo de filosofía en general, aunque no de la académica.
Había múltiples instituciones fuertes para albergar a sus ciudadanos y gran parte de las actividades eran gratuitas. Vida en comunidad.
Había sectores de la ciudad donde la compra-venta de libros se realizaba casi las 24 horas del día, y la Flaneurie o caminar por las calles de la ciudad por el simple gusto de caminar, era una práctica muy común.


Las familias vivían a sólo metros o cuadras de distancia y la vida familiar era concentrada y muy intensa, las casas estaban llenas de gente y las puertas de las mismas no se cerraban bajo llave a ninguna hora del día.

Las casas estaban abiertas para quien quisiera entrar en grandes sectores de la clase media argentina, poderosa en los años 40 al 70, digamos.


La globalización introdujo un gran elemento de soledad porque la comunicación ahora pasó a ser desde real a virtual. Nos vemos en el facebook, nos escribimos por Twitter, pero el intercambio humano real se ha reducido mucho. Y el hombre solo se vuelve más vulnerable, más propenso a sufrir por la falta de lazos sociales familiares, vecinales, colegiales, universitarios, etc. El hombre solo queda en un “no lugar” o en ningún lado salvo frente a su computadora o mp4.

Voy a introducir aquí el final del artículo “La Violencia como Forma de Vida” de la psicoanalista Laura Lueiro de la revista virtual Psyche-Navegante, donde ella explica muy bien esta situación. Y dice Laura :

… “Creo que, a menor lazo social, mayor violencia desencajada.
Esto no depende de la clase social en que se nazca y mucho menos de la educación.

No hay duda de que los muchachos de Wall Street han tenido acceso a la educación y sin embargo, la violencia de sus acciones ha llevado a la miseria a millones de personas.


En todo caso, se trata de cultura en el sentido de pertenecer a un linaje, de entrar en circulación discursiva, escuchar y escucharse, salir de los sentidos únicos y coagulados, de establecer acuerdos con los otros y sostenerlo. En fin, de amar y trabajar.

Por eso es que la familia, como núcleo de la transmisión simbólica es fundamental. También son muy importantes, los grupos de pares, los compañeros de juego, de estudio y de trabajo, las relaciones entre vecinos, las iglesias, los clubes sociales, los deportes, la escuela, etc.

En definitiva, todas aquellos modos de relación que, no sin conflicto, habiliten la palabra y el relacionarse con otros.


Nadie se salva solo... "


Laura Lueiro


Y la conclusión es obvia. Para hacer frente a la crisis actual la respuesta son los demás, de carne y hueso, tal y como los describe Laura. Ser amado por alguien y vincularse son una condición esencial para superar los momentos difíciles y traumáticos de la vida.

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