La inteligencia y la creatividad no son lo mismo, pero ambas están interconectadas.
Por Danilo S. Donolo y Romina Elisondo
En general, la inteligencia y la
creatividad se asocian a ámbitos específicos, como si se tratara de
características independientes la una de la otra. La inteligencia está
asociada a la resolución de problemas en los que la claridad del planteo
es evidente. En tanto, la creatividad se vincula con el ingenio, el
talento, la agudeza y la inventiva. Así planteado, parece que las
personas son inteligentes cuando tienen éxito en la vida y en el
trabajo; y que la creatividad es patrimonio de unos pocos "iluminados"
tocados por la varita o ayudados por el genio de la lámpara.
Sin embargo, las personas son inteligentes y
creativas cuando se ocupan de encontrar soluciones y alternativas a
grandes problemas como crear una vacuna, evitar una guerra o pensar el
Guernica; o cuando buscan respuestas para situaciones cotidianas, como
qué hago para llegar a fin de mes o qué preparo de cena con la heladera
vacía.
Es cierto: la relevancia de los asuntos, la
manera en que nos impactan, los alcances o su reconocimiento social en
las dos situaciones son diferentes, pero los procesos mentales,
psicológicos y afectivos implicados son semejantes.
Distintos autores plantean posturas
diferentes sobre las relaciones posibles entre creatividad e
inteligencia: la creatividad es un subconjunto de la inteligencia y la
inteligencia es un subconjunto de la creatividad manteniendo un orden
jerárquico; la creatividad y la inteligencia son dos conjuntos que se
solapan con aspectos que les son comunes y otros que los distinguen; la
creatividad y la inteligencia son esencialmente lo mismo por lo que
ambas son equivalentes; y la creatividad y la inteligencia no tienen
relación alguna, en una situación de distinción e independencia.
Pero las teorías más consistentes avalan la
posición de que creatividad e inteligencia no son lo mismo: se trata de
procesos distintos, aunque interconectados. Las relaciones entre ambos
pueden encontrarse en las formas particulares que construyen las
personas para crear, resolver y redefinir problemas en diferentes temas,
momentos, situaciones y contextos.
En uno de nuestros trabajos destinados a la
elaboración de un instrumento para la medición de la creatividad,
encontramos que en general todas las manifestaciones creativas necesitan
de un componente de inteligencia y que los componentes de inteligencia
más altos –en el tercio superior de la escala de inteligencia– son los
que llevan asociadas por lo menos la mitad de la creatividad medida por
un test específico, el CREA.
Si bien la relación entre inteligencia y
creatividad es un buen punto de partida, una preocupación general de la
gente es cuán creativo puedo ser yo. La evidencia sugiere que la
creatividad, tanto la cotidiana como aquella que transforma los campos
científicos y artísticos, depende de las iniciativas de las personas y
de las interacciones que estas construyen con otros y con los productos
culturales. Crear, resolver y redefinir problemas no son exclusividad de
unos pocos, sino posibilidades que dependen de las decisiones,
iniciativas, motivaciones y vínculos con otros. Los conocimientos y las
intuiciones o corazonadas, a veces disparatadas, también juegan un papel
importante en el cóctel de la creatividad.
En el trabajo Inteligencias. Teorías recientes, creencias arraigadas y desempeños sociales
(2013, en prensa), con Daiana Rigo (investigadora de la Universidad
Nacional de Río Cuarto), expresamos en el epílogo: "En el fondo, todas
las expresiones humanas son formas de decir la inteligencia, sea general
o específica, sea analítica, sintética o constructiva, sea conceptual o
práctica. (Muchos autores) tienen en común animarse a ser inteligentes
de manera distinta".
En fin, inteligencia y creatividad muestran
caminos y atajos ilimitados, que las personas pueden decidir transitar,
llenos de dilemas, enigmas y desafíos sociales, éticos y personales.
Los problemas sociales actuales desafían sin consideración la
inteligencia y la creatividad, demandando transformaciones e
innovaciones urgentes y decisivas.
Donolo es doctor en Ciencias de la
Educación y Elisondo, doctora en Psicología. Ambos son investigadores
del CONICET en la Universidad Nacional de Río Cuarto y coordinadotes del
libro "Estudios de creatividad. Las travesías de Ástor, de Alfonsina,
de Julios y Marías" (2013).
De Newsweek
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