EL STRESS DE PETER PAN
Cuando las mujeres dicen que "no quedan hombres" deberíamos escucharlas, tal vez estén expresando algo cierto.
Cansadas del robo de besos, noches y del "touch and go" -acá preferimos decir "bofetada" o "transada"- de hombres que realizan un pleno y efímero turismo sexual, en el sentido Freudiano, que cambian de mujer con la misma regularidad que su ropa interior.
Faltan hombres jóvenes que quieran y puedan, comprometerse. Para ellos la idea de tener una novia o mujer propias, es tan extraña y exótica como visitar a la tía Tota, con sus 87 años y aquella artritis que provocó un Congreso Médico en la Universidad de Turingia.
La fidelidad y dedicar su vida a, solo la conocen por su potente estéreo.
Claro que es fácil condenarlos porque no desean liarse con alguna mujer, amarse y respetarse para toda la vida, en las buenas y en las malas, o cualquier otra versión del "envejecer juntos". Porque ellos nunca serán viejos.
Uno podría creer que la pasan muy bien. Gozar tanto como conocer a la ciudad de Paris en más o menos 2 o 3 horas, que es lo que, por reglamento, dura el turno del hotal por horas, nidito albergue de pasajeras golondrinas.
Pero la Traición de Wendy los acosa por todas partes, todas sus novias se vuelven obsoletas, viejas, desdentadas. Todos sus amigos abandonan la barra o la disco/boliche de este eterno adolescente.
Su destino no es agraciable. Cuando después de los 35 o 36 años le dicen a las "chicas" (muchachas) que son solteros y que desean viajar, beber, jugar y divertirse, comienzan a recibir un cordial frío por parte de las jóvenes.
Final del Juego. No es secreto que muchas de las chicas más adorables, cuando pasan los 27 o 28 empiezan a buscar alguna otra cosa que beber, amar y bailar. Cara- mba, desean formar una familia porque su reloj biológico les indica que está pasando su hora, que "si te visto no me acuerdo".
La hermosa Wendy comprende que la diversión ya no encaja con su anatomía, creada en forma turgente para dar la leche a sus hijos, que sus amplias caderas cobijan todo aquello que serán sus hijos.
Viejo truco el de la biología. La mujer se pone espectacular para poder procrear, aunque le gusten las caricias.
El donjuan afamado debe comenzar a pagar si quiere disfrutar, o hacerse afeminado.
Y ese es el stress del que quiere dormir con tres, que lo hagan trabajar, que le digan, dios nos libre, "viejo verde" lo tuyo ya no sirve.
Por eso no hay que extrañarse que en la lucha contra la angustia, cuando el sujeto ya no puede disfrutar de las mujeres, beba, coma, fume, juegue, se haga trolo o se envenene.
No es justo ni honrado que debamos envejecer, descartando todo placer, al servicio de una sola mujer.
"Sentí mi pecho oprimido por un recuerdo querido y me largué a llorar".
Los irrefrenables impulsos que llevan a consumirse mucha mujer, también llevan a otra serie de excesos.
La extrema soledad desde la mitad al final, debería hacernos pensar que no es tan malo desear envejecer con los seres queridos.
Al final, la vida sigue igual, pero sin algunos nietitos dan ganas de sollozar. Siempre se puede pagar, pero el dinero no compra la juventud, solo la acerca.
"Deci, decí por dios que ma has dao, que estoy tan cambiao, no sé más quien soy.
La muchachada extrañada me mira sin comprender, que ese Guapo de ayer... "
VM
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