La
noción de viejismo, también traducido como edaismo (ageism), fue introducida
por el psiquiatra norteamericano Robert Butler en el año 1969 y permitió
visualizar el conjunto de prejuicios y estereotipos sobre el envejecimiento y
la vejez.
La
sociedad occidental -a diferencia la oriental- tiene terror de la vejez y la
muerte, pero sobre todo a la condena social y económica que la vejez implica (exclusión manifestada de distintas formas concretas) En su opuesto, en
el barrio chino de Buenos Aires pueden verse hombres mayores tan ocupados y despreocupados como
los jóvenes. Una conocida publicidad televisiva es protagonizada por dos adultos mayores y el varón es uno de los locutores argentinos más longevos (¿será mayor que Cacho Fontana?)
El
viejismo implica una serie de actitudes y concepciones discriminatorias que se
pueden expresar en conductas negativas o violentas hacia las/os adultos
mayores; instituciones y políticas sociales inadecuadas y sesgadas; carencia de recursos
económicos y comunitarios; falta de accesibilidad, entre otras prácticas
sociales que limitan la integración efectiva de las/os adultas/os mayores.
Esta
discriminación hacia los ancianos mueve una enorme industria relacionada con la
fantasía de la “eterna juventud” y que se relaciona con una amplia gama de cirugías,
productos, suplementos, tratamientos y prácticas diversas para disimular la
edad cronológica; esto es motorizado por el hecho de que nadie quiere ser asociado con la vejez. Por eso algunas personas mayores tienen un aspecto
deliberadamente adolescente.
Esto es
más notable en las figuras del espectáculo (personas que luchan por todos sus
medios contra la apariencia de la vejez porque su posición social y económica muchas veces depende
de su imagen)
Es
conocido el hecho que después de los 50 años es prácticamente imposible
conseguir un trabajo. Personas que son demasiado jóvenes para jubilarse y
demasiado “viejas” para trabajar. Y además la experiencia los hace empleados
“intratables” porque son más difíciles de engañar. Una vez jubilados ganan estipendios que no garantizan los gastos que provocan. Una jubilación representa por lo general la tercera parte o menos de lo que el individuo ganaba al trabajar y esto significa que no logran cubrir su canasta básica total; no es diferente de otras partes del mundo donde pueden estar aún peor como ocurre en América Latina, en general.
Sin
embargo figuras como el papa Francisco, Nelson Mandela, Clint Eastwood, Anthony Hopkins y tantas otras figuras notables de todos los rubros, de avanzada edad, nos
hacen repensar el concepto del miedo a la vejez y a la enfermedad. Se trata a los mayores cono "restos".
Uno de
los factores más complejos del viejismo es que actúa de manera silenciosa, sin
ser advertido o, como señalan Levy y Benaji (2004), de manera implícita. A
diferencia de los prejuicios sobre otros grupos, donde los victimarios y las
víctimas son reconocibles y se expresan manifiestamente.
El
viejismo suele no ser explicitado, no aparece como un odio fuerte, aunque el
sentimiento negativo hacia el grupo “de viejos” se encuentre muy extendido; y
aún las/os adultas/os mayores pueden ser víctimas de su propio prejuicio.
Estos procesos y comportamientos se producen automáticamente en los
pensamientos cotidianos, sentimientos, juicios y decisiones del conjunto de la
población, no aislado.
Estos
prejuicios promueven tres actitudes fundamentales de exclusión:
- Una dislocación social que promueve una pérdida de roles económicos y sociales
que a su vez generarán menor autoestima y un estatus social disminuido, así como decreciente participación social y familiar.
- El uso de estereotipos: creencias basadas en características
excepcionales o inexistentes atribuidas de manera categórica a todos los
miembros de un grupo en particular. Las más comunes son considerar enfermos y
desexualizados a los mayores.
- La
estereotipia como el proceso psicológico y social a través del cual se ignoran
los atributos y características personales y se etiqueta a los individuos de
acuerdo a estereotipos basados en la afiliación grupal. (McGowan, 1996)
Fuentes:
Este post se realizó con extractos del material del INADI:
“Prácticas no discriminatorias en relación con adultas y adultos mayores”
Elaborado
en el marco de la Red
Nacional de Investigadoras/es contra la Discriminación
Y con otros materiales del archivo.
Y con otros materiales del archivo.
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