jueves, 18 de diciembre de 2014

LOS LÍMITES DEL PLACER

"Los únicos paraísos verdaderos son los paraísos que hemos perdido"

Marcel Proust

Por algún misterio que nunca conoceré muchas personas creen que el placer y lo gozado puede ser infinito ya que dependería de las características del objeto gozado. 
A poco de pensarlo vemos que esto no es verdad ni por un poco, Photoshop mediante. 
Sin embargo es lo que parecen sugerir algunas publicidades fantasiosas donde el límite del bien ofrecido (una mujer bella, una bebida, un perfume o un auto) es el inefable Cielo.
Y uno lo creería si fuera adolescente ya que se trataría de encontrar el “bien adecuado” para disfrutar de una vida colmada de placeres inenarrables.
Ese es el discurso que nos quiere vender la publicidad en sus variados paraísos, un mundo “adolescente” que desconoce aún el placer, sus posibilidades reales y sus límites.
Para romper los límites y gozar "lo extraordinario" ya se ha inventado el Viagra aunque nos disguste. 

Como el placer no solo depende del objeto gozado sino de la capacidad de placer del sujeto que goza, ocurre que una mujer 10 veces más bonita que la mujer promedio no nos hará gozar 10 veces más, ni por casualidad.
La mujer más bella del mundo solo puede hacernos gozarnos lo que puede una mujer bella, que no es más que eso por muy linda que sea.
Hay límites naturales y humanos y las publicidades debería atenerse a estos salvo que deseen engañar a las facultades perceptivas de los supuestos clientes porque no hay legislación que obligue a atenerse a una escala real de los hechos -es sabido que los sueños ideales venden más aunque sean solamente imaginarios.
Un compañero de trabajo en una oportunidad al ver la fotografía de estadounidenses promedio me dijo sin maldad alguna "Los yanquis son más feos que en las películas" y se mostraba sorprendido porque algo no encajaba en su "foto mental"
La publicidad y el cine se manejan en el terreno de los sueños, de los deseos siempre insatisfechos y niveles de perfección imposibles de alcanzar.
Lo que se desea conseguir mediante las publicidades es una vulgar venta dominada por la lógica prosaica del dinero y todas las situaciones ideales que nos hacen creer que "el mundo real es horrible" son armadas minuciosamente por equipos de cine comercial que saben muy bien cuántas horas cuesta armar una escena idílica bajo la mirada experta del director.        

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