por
Sandra Auladell
“El futuro llegó hace rato…el futuro ya
llegó”
(Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota)
Futuro. Porvenir.
¿Destino? Desde la etimología, futuro
equivale a “lo que ha de ser”. Es a
partir de esta idea que nos anuncian las publicidades de cursos y carreras:
“Pensá en tu futuro…”, o directamente “La Universidad del Futuro” nos invita a
elegirlos. Parecen coincidir en que el
slogan perfecto no debe dejar de lado esa incógnita sobre lo que vendrá y ante la cual ofrecen la mejor solución.
Hace poco recibo un
mail sobre la presentación de un libro: “Pasaje al futuro”. El tema parece
perseguirme…leo la sinopsis de contratapa y encuentro estas palabras: “La
aceleración del avance tecnológico nos ubica hoy en un punto bisagra de la
historia de la humanidad; generando, en pocos años, una transformación mucho
más profunda que la producida en los últimos cinco milenios. No existe una sola
actividad humana que no vaya a verse alterada por las innovaciones que ya se
están desarrollando. .. El desafío de adaptación que enfrentaremos será enorme
e impactará directamente en las decisiones cotidianas. En este escenario: ¿Qué
tipo de educación darle a nuestros hijos? ¿Tendrá sentido escoger una carrera
universitaria? ¿Cómo prepararnos y preparar a nuestras organizaciones para el
mundo que viene? Entender la dinámica de los cambios resulta imprescindible
para tomar a tiempo las mejores decisiones que moldeen nuestro mañana. Pasaje
al futuro es una invitación a entender mejor el presente y a imaginar el
porvenir”
El texto me
paraliza, ante tanto cambio ¿podremos hacer algo? Tamaña tarea, la de descifrar designios divinos, ahora, de la Diosa Tecnología. No pude evitar
recordar los oráculos míticos, esos que al ser consultados,
daban cuenta de los
hilos que las divinidades tejían y a los cuales mortales y semidioses no
podrían escapar. Como el más popular de
los héroes mitológicos, ahí lo tenemos al pobrecito de Edipo, sin poder evitar
su destino de incesto y parricidio.
Pero también me
permito pensar en otras voces “oraculares” por así decirlo. En una reciente
entrevista al creador de Netflix, éste
nos cuenta que en un principio ofreció su idea de una plataforma de alquiler de películas para ver
on line a la empresa Blockbuster.
Curiosa la respuesta, Blockbuster rechaza hacer negocios con el Sr.
Netflix porque “no le ve futuro” a su propuesta. Sabemos hoy cual es el destino
que cada empresa tuvo.
También escucho o
leo, en distintos reportajes a figuras consagradas en algún arte, la pregunta
de color acerca de ese primer maestro a los que mostraron su incipiente talento
y les respondió tajantemente “No servís”, “Dedicate a otra cosa”, “No tenés
futuro”. Casi siempre, el entrevistado puede rescatar que persistió en su dedicación
y esfuerzo, más allá de este mensaje y de la frustración que le generó.
Por suerte, a
vecespodemos desoír estos designios y no interpretarlos como infalibles. Lo más
probable es que no sea el futuro en sí, sino cómo lo consideramos en este
presente lo que le da distinta incidencia y valor. Cómo las palabras de una
autoridad en la materia pueden condenar la voluntad de alguien y adquirir valor
oracular, es algo que observamos a diarioen nuestros consultorios. Pero, sin
ser Don Netflix o algún artista admirado, también encontramos a quienes llegan
a sustraerse de estos destinos marcados para así poder ser.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario