sábado, 24 de enero de 2015

Los oráculos también se equivocan.



por Sandra Auladell

“El futuro llegó hace rato…el futuro ya llegó”
(Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota)

Futuro. Porvenir. ¿Destino?  Desde la etimología, futuro equivale a “lo que ha de ser”.  Es a partir de esta idea que nos anuncian las publicidades de cursos y carreras: “Pensá en tu futuro…”, o directamente “La Universidad del Futuro” nos invita a elegirlos. Parecen  coincidir en que el slogan perfecto no debe dejar de lado esa incógnita sobre lo que vendrá  y ante la cual ofrecen la mejor solución.
Hace poco recibo un mail sobre la presentación de un libro: “Pasaje al futuro”. El tema parece perseguirme…leo la sinopsis de contratapa y encuentro estas palabras: “La aceleración del avance tecnológico nos ubica hoy en un punto bisagra de la historia de la humanidad; generando, en pocos años, una transformación mucho más profunda que la producida en los últimos cinco milenios. No existe una sola actividad humana que no vaya a verse alterada por las innovaciones que ya se están desarrollando. .. El desafío de adaptación que enfrentaremos será enorme e impactará directamente en las decisiones cotidianas. En este escenario: ¿Qué tipo de educación darle a nuestros hijos? ¿Tendrá sentido escoger una carrera universitaria? ¿Cómo prepararnos y preparar a nuestras organizaciones para el mundo que viene? Entender la dinámica de los cambios resulta imprescindible para tomar a tiempo las mejores decisiones que moldeen nuestro mañana. Pasaje al futuro es una invitación a entender mejor el presente y a imaginar el porvenir”
El texto me paraliza, ante tanto cambio ¿podremos hacer algo? Tamaña tarea, la de  descifrar designios divinos, ahora,  de la Diosa Tecnología. No pude evitar recordar los oráculos míticos, esos que al ser consultados, daban cuenta de los hilos que las divinidades tejían y a los cuales mortales y semidioses no podrían escapar.  Como el más popular de los héroes mitológicos, ahí lo tenemos al pobrecito de Edipo, sin poder evitar su destino de incesto y parricidio.
Pero también me permito pensar en otras voces “oraculares” por así decirlo. En una reciente entrevista al creador de Netflix,  éste nos cuenta que en un principio ofreció su idea de una  plataforma de alquiler de películas para ver on line a la empresa Blockbuster.  Curiosa la respuesta, Blockbuster rechaza hacer negocios con el Sr. Netflix porque “no le ve futuro” a su propuesta. Sabemos hoy cual es el destino que cada empresa tuvo.
También escucho o leo, en distintos reportajes a figuras consagradas en algún arte, la pregunta de color acerca de ese primer maestro a los que mostraron su incipiente talento y les respondió tajantemente “No servís”, “Dedicate a otra cosa”, “No tenés futuro”. Casi siempre, el entrevistado puede rescatar que persistió en su dedicación y esfuerzo, más allá de este mensaje y de la frustración que le generó.
Por suerte, a vecespodemos desoír estos designios y no interpretarlos como infalibles. Lo más probable es que no sea el futuro en sí, sino cómo lo consideramos en este presente lo que le da distinta incidencia y valor. Cómo las palabras de una autoridad en la materia pueden condenar la voluntad de alguien y adquirir valor oracular, es algo que observamos a diarioen nuestros consultorios. Pero, sin ser Don Netflix o algún artista admirado, también encontramos a quienes llegan a sustraerse de estos destinos marcados para así poder ser.



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