miércoles, 24 de septiembre de 2008

¿AMOR PARA SIEMPRE?


No hay ninguna razón para no emprender lo que siendo necesario se presenta como imposible”.
Ortega Y Gasset

“Todo lo alcanzarás solemne loco, siempre que lo permita tu estatura”
Almafuerte.

Cuando nos enamoramos todo lo referente al otro resulta ideal. Cuando una pareja joven, o no tanto se conoce, lo primero que prevalece entre ambos es un estado de enamoramiento donde la pasión sensual es intensa y el otro, el alma gemela, la media medalla ocupa el lugar del todo. Dios nos libre del mal de amores.

Encontramos a la persona ideal, aquella con la que soñamos, aunque este ideal solo exista dentro nuestro. Se sobre estima al sujeto amado.
Es común que los enamorados estén siempre pensando en el amado, y que le dediquen una extraordinaria cantidad de tiempo.

Naturalmente que este profundo acercamiento se produce al inicio por la exageración (idealización) de las virtudes del otro, una sobreestimación que hace que “nuestro amado” sea lo que la imaginación quiere que sea.
Se ama al objeto por sus excelencias anímicas, pero también por algo que compartimos con otras especies. Uno también evalúa a su pareja por su capacidad de reproducción, de producir placer, por su bello cuerpo, caderas y piernas que representan lo que serían los hijos.

El estado de enamoramiento no es muy distinto al de una persona hipnotizada, porque hasta los más mínimos deseos del otro son como órdenes, lo ocupan todo. Todo lo que es real para el hipnotizador o para el, es real para el yo.
En el enamoramiento el objeto se pone en el lugar de todo aquello a lo que aspiramos.
Se produce una ceguera de amor, “El Amor es Ciego”.

…No pienses que tiene nada contra ti si te atropella por la calle y no te dice adiós: es porque no te vio. No hables de ingratitud, sabes que estima tu compañía en lo que vale; no es que se haya vuelto imbécil de repente, a juzgar por esa estúpida sonrisa, ni creas que se confunde si te llama Margarita.
Es difícil, pero trata de entender que no se le rompe el alma aunque le veas llorar, ni juega sucio por no decir la verdad ni oculta nada porque esconda algunas cosas. Dale tiempo y disculpa la soberbia de quién se siente un hombre afortunado. Dejad que cante el muchacho, ese que se ha enamorado…
Joan Manuel Serrat
Pero en algún momento de la relación, ambos comienzan a conocerse más a fondo, cuando ha pasado la fiebre del sábado por la noche. La idealización en el otro se cae, puesta de frente con la realidad; nadie es perfecto, ninguna relación es ideal, y el día a día de la relación cotidiana nos demuestra que la persona amada tiene, además de muchas virtudes, algunos “defectos”. Algunas fallas.

Hay “Si Quiero” fuertes y afirmativos. Otros son pálidos y raquíticos. Tísicos.

Muchos se quejan que en este exacto momento se pierde el amor y desaparece la euforia. ¿Cómo hacer para mantener viva la llama por mucho tiempo? ¿No hay amor que dure cien años?

Las cosas no “pasan”. Trazamos lo que nos sucede, según Thomas Mann.

Una de las virtudes de estar en pareja, es que lo sexual-genital, la pasión sufre la competencia de otros sentimientos de ternura o cariño, que nos permiten querer o desear al otro, no sólo por la satisfacción sexual, sino por otra serie de cosas.

Las pulsiones sexuales de meta inhibida, que no logran consumarse, producen ligazones tan duraderas porque no logran una satisfacción plena.

Y ahí aparecen el buen trato, la compañía, el sentido común y práctico, la solidaridad o empatía, el sentido del humor, el valor cotidiano, la disposición de estar junto a nosotros, la generosidad para poder compartir.

La pasión se sublima (no toda chicos) hacia otro sentimientos como proyectos en común, los deseos compartidos, los profesionales, en breve: Un mundo, el Nuestro.

. El amor duradero es el que conjuga sentimientos tiernos y amor sensual (que se extingue con la satisfacción), donde cada uno se presenta tal y como es y puede desarrollar su vida y sus potenciales y vocación junto a su pareja.

Esos “locos bajitos”, nuestros hijos rematan el combo.

Todo tiene un final, todo siempre termina, y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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