lunes, 29 de septiembre de 2008

LA MIRADA DE LOS OTROS

“Primero se comienza cediendo en las palabras y luego se termina cediendo en las cosas”
S. Freud

Una señora que vive en las islas llama al comisario del delta, para denunciar que unos varones desnudos se bañan cerca de su casa, Intolerable.
El Comisario presto acude al sitio y verifica que unos niños vagabundos, de 7 a 11 años, efectivamente se bañan frente a la casa de la señora.
Naturalmente, los advierte que se bañen vestidos, pero a 200 metros de la casa de Edelmira, la dama en cuestión.
Así lo hacen los niños, pero poco tiempo después la señora indignada vuelve a llamar al funcionario, para informarle que los chiquillos siguen bañándose desnudos cerca de su casa.
Aunque extrañado el agente de la ley acude nuevamente al lugar, y ya imperativo ordena a los párvulos que se alejen del sitio otros 200 o mejor, 300 metros.
Así otra vez más lo hacen los niños, a 500 metros ya de la casa de la vieja dama indigna.

Suena una vez más el teléfono y para alta sorpresa del agente del orden, la dama insiste que los niños continúan bañándose cerca de su casa.
El comisario un poco cansado de esta situación comprueba que los niños se están bañando a 500 metros de la casa de la señora, y eso le dice, que ya no se ven a simple vista, que no hay más problemas.
“Querido señor comisionado, aún puedo ver a esos niños desde la terraza”
No creo señora, ni un lince podría verlos.
“Funcionario, ¡tome mis binoculares, mire desde la terraza y dígame que no tengo razón!”

Puede más la fuerza de un prejuicio que una demostración científica, y cuando el maestro es muy cruel, de nada sirve el buen comportamiento de los alumnos, serán castigados igual.

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