Y TANGO NOMÁS!
Entre los años 1870 y 1920 aproximadamente, se produjo una gran inmigración a nuestro país que logró quintuplicar la población existente en 1870.
De poco menos de dos millones de habitantes en 1870, Argentina terminó teniendo en 1920 más de 8,5 millones.
Los inmigrantes provenían principalmente de Italia y España, y en menor proporción de Francia, Rusia, Gales, Polonia, y otros países de Europa.
Eran gente humilde, trabajadores rurales o urbanos, con o sin oficios que deseaban escapar de la falta de trabajo o del hambre en sus países. Gran parte de ellos se establecieron en lo que hoy se denomina Capital Federal y Gran Buenos Aires.
Los italianos que venían no tenían una lengua uniforme, porque entre ellos existían diferentes dialectos según la zona de procedencia. En ocasiones no se entendían entre ellos mismos.
Pasaron en su mayoría a formar parte de la clase baja y trabajadora con grandes dificultades para comunicarse con los pobladores anteriores y con los otros inmigrantes.
De esas diferentes lenguas surgió una jerga, o “argot” al que se llamó Lunfardo, que les permitía entenderse más o menos bien. En principio el lunfardo se hablaba en las clases bajas de estos alrededores pero posteriormente sus locuciones se extendieron al resto de Argentina, y se consolidó como lenguaje real y hablado junto con el tango cantado en forma profesional, cuyo nacimiento aproximado puede situarse alrededor o poco después del 1905 y 1907, con los tangos La Morocha y El Taita, aunque años antes de eso se cantaban letras similares con música muy similar al tango en los lupanares, donde concurrían mayormente lúmpenes o personas de las clases bajas.
En la década de los veinte ya se escribían tangos con muchos términos lunfardos.
La derivación etimológica de cada palabra es difícil de establecer porque se basó en la fonética más que en la escritura.
Podría ser que atorrar, o torrar, por ejemplo, fuera una deformación fonética de alguna persona del singular o plural del verbo francés dormir, o de ambas, dors, dors, dort, dormons, dormez, dorment, que pronunciado en forma cerrada se pareciera a torrar o atorrar; apoliyar podría ser deformación fonética del italiano poltrire = estar apoltronado o en sillón cómodo, o del adjetivo Poltrone = perezoso.
“Catrera” o “Catra” podría derivar del francés chambre (cuarto) y “Cucha” de couché (cama). También hay que considerar que ellos traían el lenguaje popular o “argot” de las zonas de donde provenían y no las lenguas académicas. Aunque se lo desee tampoco es muy clara la definición de los términos en aquella época, porque atorrar, no solo significaba dormir como verbo, sino también irse de “juerga” por la noche, vagabundear, y atorrante era alguien sucio, maloliente, aprovechador y atorranta también significaba una prostituta, una puta o una mujer a la que le gustaba la “farra”. Como puede notarse fue todo un tema de polisemia, con diversos significados por cada expresión.
“El sueño del pibe”
No hay nada mejor para un atorrante que apoliyar como tronco en
una noche de atorro en el cotorro (Bulín) donde hay una catrera
(Catra). ¡Que torro! Yo me escabio (mezcla de chupar y tener sueño)
porque la vida es puro sueño y no quiero que me madruguen.
En breve :
Atorrante, rante: vago y malentretenido, sinverguenza.
Atorrar: dormir.
Atorro: dormir
torro: tener sueño.
Apoliyar: dormir.
Que apoliyo! : tener sueño.
Ser madrugado: que lo sorprendan con un golpe que no esperaba.
Madrugar: ser más rápido que el otro, anticiparse.
Grande Licenciado!
ResponderBorrarDesde Floripa, leo tu post, e hice un viaje al pasado. Como pude ser que esas palabras que me eran tan familiar en mi infancia, se hayan transformado en asunto de estudio?
Querido amigo de tan cerca y tan lejos, te mando un gran abrazo.
Jorge Solari