A la depresión por
estar desempleado se suma la pregunta crucial de ¿qué hacer con el tiempo? Uno
camina, visita oficinas, aparece en los centros comerciales, pero todo parece
vacío, yermo. Gente indiferente con sus problemas a cuestas te rodea por todos
lados. Maldicen por el transporte público, por el estado de la ciudad, por la
carestía y falta de dinero y por el incomprensible clima.
Sobra tiempo para
observar a los que viajan o trabajan, a los que ocupan los bares en horarios
laborales sin mayor problema y a las señoras de cierta edad que están en todas
partes. Sobra también para quedarse en casa, en casa, en casa.
La angustia poco a
poco nos va ganando las horas que ocupábamos con trabajo, de ese que cada vez
hay menos.
El dinero se va
terminando si es que uno tiene algo del vil metal y surge el inevitable ¿qué
haré después? Cuando no tenga ni fe ni yerba de ayer secándose al sol.
Misterios.
Así que éramos esa
maloliente oficina donde se pavoneaba el Supremo menor que era el jefe y menor
porque encima suyo había una gama de ‘especialistas’ que eran excelentes para
preguntar cómo se hacen las cosas.
Muchos caciques y
pocos indios: de eso sufre la minoría de la humanidad solvente, la que puede
pagar sus cuentas y darse algunos lujillos como renovar el auto o irse de
vacaciones. La mayoría mundial por ahora no puede salir de vacaciones ni ir a
un trabajo.
La crisis trabaja
lento –todavía tiene que dejar a millones desocupados. Que de eso se trata.
Según el FMI la
crisis económica mundial terminará en 2018 y si ellos lo dicen casi seguro que
durará hasta el 2020 o más allá.
La crisis tampoco
perdona países pues los que aún no han caído (fuera de los países del BRIC)
caerán en algún momento.
O quizás sea pesimismo propio de un habitante de un
país donde recién llegaron los primeros ‘ajustes’ pero no los últimos. Luchando
contra los exorbitantes precios de los alimentos y caminando mucho en busca de
los precios que se puedan pagar, uno va disminuyendo sus consumos, se va achicando.
Nuestro error fue
creer que estábamos a salvo de la crisis mundial porque ningún país lo está.
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