sábado, 23 de noviembre de 2013

GANAR UNA DISCUSION Y PERDER A UN AMIGO



Las relaciones humanas enfermizas implican muchas veces una lucha por el poder o demostrar que uno es más inteligente, más sabio o que es superior al otro (ganarle)
Así dos buenos amigos o familiares pueden “matarse” para definir quién es mejor o quién “tiene razón” en charlas totalmente intrascendentes donde los contenidos o logros de esta discusión resultan de menor importancia: hay que dejarle claro al otro “quien la tiene más larga” y no me refiero aquí a las verdaderas luchas por el poder que son habituales dentro de las empresas, en las que el sentido de la superioridad puede significar más dinero, poder y jerarquías en ascenso (tipo Mobbing)
La comunicación humana consiste básicamente en dos grandes ítems: 1) Los contenidos lógicos (ideas) que pueden manifestarse a través de la palabra o comunicación digital que se expresa verbalmente o por escrito y 2) Las conductas espontáneas no verbales e involuntarias o no: miradas, posturas, gestos, expresiones faciales, suspiros y todo lo que decimos sin hablar. Porque estar callados no significa que no estemos comunicando algo. Nuestro cuerpo habla.
Que tengamos un lenguaje en común para comunicarnos y un vocabulario claro no significa que los utilicemos en toda situación. Debemos querer comunicarnos en forma cooperativa (simétrica) para hablar con otra finalidad que el poder o el prestigio –aunque la falsa modestia “garpa” (nos hace quedar bien)
Discutir por algo entonces puede volverse una lucha por definir quién es más instruido, más inteligente o más “vivo” y cuando eso se practica con personas queridas o estimadas puede ganarse la discusión y opacar un afecto, o perderlo.
Claro que hay personas cuya única intención es ganar siempre y poco les interesa como se siente su interlocutor –síndrome del “sabelotodo” o psicópatas ilustrados.

Es su decisión amigo.
No se juega con los pares o iguales, a riesgo de quedarse solo.     

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