jueves, 8 de febrero de 2007

AMORES DESENCONTRADOS


LA HOJA -LAS FOTOS DE ZOA-

Un género poético muy de moda en el siglo XVI consistía en “un elogio obsesivo” –Blasón- o un “destronamiento perpetuo” o Contrablasón del cuerpo carnal de la mujer amada o soñada.
Un pequeño ejemplo de blasón nos permitirá entrar en tema.

Lágrima plateada, húmeda y que destila
De los bellos ojos claros, que desciende suave y lentamente
Partiendo la cara, y de allí en los senos,
Lugares prohibidos como sacros y santos...
(Maurice Scève)

Los amantes, claro, necesitan cantar loas y dejar bien claros los motivos de su pasión, como tela transparente sin costuras, nylon casi.

"Blasonar" tiene que ver con el poeta francés Clément Marot, que alrededor de 1536 inventa en Francia la moda de los blasones -poemas elogiando e idealizando en extremo a las partes del cuerpo de la mujer amada. La escuela Lionesa impulsada por él, produjo a Louise Labé, cuya obra más conocida es Delia, objeto de la más alta virtud (Délie, objet de plus haute vertu) publicada en 1544. Lo cito en particular porque el mismo nombre del poema, aislado del contexto, nos resultaría divertido.
En su Cancionero (1374), el poeta Petrarca dedica 366 poemas a su amada Laura, pero en ellos nunca nos permite imaginar su cuerpo en forma total, sino sufriendo de una operación de disección textual. Los cabellos, los ojos, la boca, el cuello, el torso y las manos de Laura están repartidos al azar entre los diversos poemas, lo que nos hace muy difícil imaginarla.
Este género fue también utilizado por Cervantes Saavedra, unos sesenta años después de Marot, cuando escribió “El Quijote de la Mancha” (1605).

“Blasón” de Dulcinea del Toboso:

«[Q]ue sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos
soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil –etc.

Hablando de blasones y de amores, el/la lector/a no se equivoca si recuerda muchas charlas de café o del club, donde los varones valorizan a las mujeres, según sus partes del cuerpo. Tal vez esta sea una de las formas características de amar de los varones; el fetichismo de tal o cuál parte. No olvidemos que estos blasones fueron escritos por ellos, pues en esos tiempos no había mujeres poetas. ¿Cuál es la diferencia entre el amor de un hombre y el de una mujer?... ¿Es que existe una discordancia?.

Dicen aunque no tenga constancia alguna, que las mujeres son conservadoras y cuidadosas
de sus objetos amados, un amor que está presente siempre. Dicen también que los hombres son, posesivos y prácticos, agresivos y con tendencia al dominio. Yo creo que todos los casos son diferentes. También afirman que la mujer esconde secretos románticos que son mejor explicitados al mirar las telenovelas y que los hombres buscan secretarias bonitas.

Probablemente, según mi relativa experiencia y como nos enseña el poema posterior, las mujeres desean ser amadas por entero (“ámame tal cual soy”) y los hombres realzan sus partes más apetecibles... ponen condiciones. Esto produce malos entendidos en la cuestión amorosa. O la cuestión mencionada de las diferencias… un desencuentro permanente que se hace más obvio en las parejas estables… ¿ pars versus toto?. ¿Podrá alguien amar sin condición alguna…?, o ¿amar solamente a los caracteres sexuales secundarios?; ¿quien sabe?...
Dos poemas nos pondrán más clara la cuestión:

Dice El:

“Unos buenos cien años yo daría
para alabar tus ojos y tu frente,
doscientos adorando cada pecho:
y quizá treinta mil en cuanto resta.
Mil años, por lo menos, cada parte,
si al fin tu corazón se me mostrase.
Pues, Señora, mereces tal respeto;
y amarte no podría a menos precio. (1)

Poco tiene que ver con lo que desea ella :

“Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... o no me quieras!” (2)

En los Blasones Anatómicos del cuerpo femenino de la última versión (1544) , tenemos reunidos “el poema del bello pezón” y también “el poema del feo pezón”. Y cuando los leemos sucesivamente, en forma “blasón-contrablasón”, resulta este cómico contrapunto:


Por un lado: Pezón renovado, más blanco que un huevo.
Por otro lado: Pezón que no tiene nada más que la piel
Por un lado : Pezón de satin blanco todo nuevo
Por otro lado: Pezón flaco, pezón de bandera
Por un lado: Pezón que hace sonrojar a la rosa
Por otro lado: Teta grande, larga Tetaza
Por un lado: Pezón mas bello que ninguna cosa
Por otro lado: Pezón, debo decir alforja?


Por un lado: Pezón duro, no más Pezón, verá
Sino pequeña bolita de marfil,
En medio de la que está asentada
Una fresa, o una cereza (….)

Por otro lado: Pezón con grande y fea punta negra
Como la de un embudo
Pezón que se zarandea, siempre,
Sin ser movido ni sacudido (…..)
(Traducción de Víctor Michelón)

Así vemos como el mismo objeto amoroso, para los varones, puede ser hermoso u horripilante… curiosidad, que también puede ocurrir dentro de la misma pareja .

Se abren demasiados interrogantes aunque no se contesta ninguno. A veces es mejor dejar las preguntas abiertas, que saltar a conclusiones que obturan nuestro legítimo deseo de saber. Cada persona sabrá como “arreglar cuentas” dentro de su propia pareja.

Víctor Michelón

1) Andrew Marvel, Inglaterra (1621-1678)
2) Dulce María Loymaz, Cuba (1903-).


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