Suena el despertador. Sueño, ducha, ropa, transporte. Oficina. Café. Reunión. Correr a la otra reunión. Apuros, presión, tensión. Buscar a los chicos en el colegio. Bañarlos. Preparar la comida. Comer. Televisión. A dormir.
Desocupación, tiempo muerto, angustia “no sé por qué”, amores confusos, amores imposibles, sentirse raro. Pérdida de seres queridos, soledad, enfermedad, aislamiento.
Sí, cierto. La lista del sufrimiento humano es interminable.
Muchos de nosotros tratamos de resolver lo que nos ocurre de mil formas diferentes:
… Pastillas, alcohol, cigarrillos, música, sexo, juego, actividad física, relajación, yoga, gimnasio, baile, películas, televisión, computadora, terapia, medicamentos. Estoy seguro que me olvido de muchas otras estrategias, que usamos los seres humanos para escapar al dolor, o para disfrutar.
La mayoría de las veces creemos que la solución es tener mucho dinero. Lástima que los ricos sufran casi de lo mismo que nosotros. Los psiquiátricos caros están llenos de personas adineradas.
Si lo pensamos con atención, casi siempre creemos que hay un "problema" y que la solución está afuera, en el mundo externo. Es un pensamiento simple con resultados desalentadores. Excluyo de estas categorías a quienes sufren de necesidades concretas, como hambre, frío, falta de vivienda.
Me refiero a quienes no tienen esas carencias.
Pocas veces se nos ocurre que la “solución” (sic)… puede yacer en algún lugar propio, muy adentro nuestro. No hablo del tarot ni de cosas misteriosas.
Pocas veces se nos ocurre que lo que deseamos, lo que sentimos, lo que vivimos, podría, de ser bien utilizado, aliviar nuestro natural sufrimiento humano. Muy pocas veces vemos claramente todas las ventajas con que contamos. Buscamos mujeres perfectas, cuando nuestra felicidad puede yacer en alguien que ya conocemos, pero al mismo tiempo “no vemos”.
Buscamos gran parte del tiempo cumplir con “ideales” que nos agotan. Lejos de hacernos más felices. Más dinero para consumir más, cosas que no sirven para nada, o que, por lo menos, no nos permiten sentirnos bien. Nos alejamos de nosotros.
Cuando empezamos a preguntarnos ¿qué es lo que me gusta a mí, qué es lo que deseo en realidad?... ya damos un primer paso. No hay verdades universales, para todos, no hay fórmulas generales. También existen dolor y sufrimiento.
Pero existe una verdad dentro de nosotros que desoímos y desvalorizamos: jugar a las cartas en el club, jugar como los niños, portarnos mal de vez en cuando, luchar por las personas que nos interesan. Parecen tonterías. Perogrulladas.
Cada cuál sabrá si desea conocer su propia verdad, que es subjetiva y diferente para cada persona. No hay moldes, no hay magia, no hay fórmulas.
Y si está tan desamparado, que no logra descubrir lo que desea de su vida, en términos realistas y posibles, entonces… necesita de ayuda profesional, pero solo si la necesita ¡!.
Tienes tus respuestas
Es cierto lo que comentas, buscamos el bienestar interno corriendo tras recompensas externas, y un buen día, descubrimos que la felicidad razonable está dentro de nosotros y en nuestro entorno cercano.
ResponderBorrarEn el 2005 yo andaba “desesperada” por la situación laboral, creía que todo mi malestar venía de las expectativas no cumplidas, y curiosamente, internet, un foro, y escribir con tranquilidad sobre mis inquietudes de manera creativa, trasformó mi dolor en bienestar, y aprendí a conocer una paz dentro de mí que me ha trasformado por dentro.
Escribir es terapéutico, con la ventaja de que el terapeuta es una misma, y de forma inconsciente todo se va ubicando en el lugar correspondiente del alma.
Es un buen lugar internet para comunicarse con los demás, pero sobre todo, para establecer un dialogo interno sanador.
Me gustan estos posts, ayudan a recrearse con calma en el interior, y a seguir aprendiendo sin miedo. Gracias por compartir estos conocimientos.
PD.- Soy María Luján, lo de Marlu es una abreviatura.